chapter XIII

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"¡Mi príncipe!" Jadea Eloísa, haciendo que Maegor tape su boca con su mano derecha. Sostiene con fuerza la cadera de la pelirroja con su mano izquierda.

"Cállate, Helaena está dormida".

Helaena había tenido una pesadilla horas atrás, por lo que fue llevada por Eloísa a la habitación de su padre. Maegor durmió a Helaena nuevamente, siendo sincero, no recordaba cómo terminó teniendo a la pelirroja contra la pared, en el vestidor, con la puerta cerrada y varios trajes en el suelo. Tampoco le importó detenerse a pensar, no era como si le importara.

Durante el tiempo que Eloísa estuvo en su servicio, alrededor de cinco años, la pelirroja supo cuidar a la perfección de Helaena y complacer cuando era debido a Maegor. Nunca hubo ningún susto de posible embarazo, ella aceptó su lugar como concubina y tomó té de luna cada vez que se le fue pedido.

Las mejillas de la antigua prostituta se pintaron de rosado al tener que contener sus gemidos. Él sabía cómo moverse y dónde tocar, lo que normalmente hacía que las sesiones fueran satisfactorias para Eloísa. Aunque Maegor no podría decir que la amaba totalmente, le tenía cierto aprecio.

Ella era la figura materna de su pequeña princesa. ¿Cómo no tenerle aprecio?

Gruñó, ocultándose por un momento en el sudoroso cuello de Eloísa mientras se liberaba. Ella gimió ahogadamente mientras ponía sus manos en los hombros de su señor, sus muslos temblaron suavemente y tardó en poder respirar bien nuevamente. Dejó un beso en la mandíbula del heredero del rey, sintiendo su cálida semilla pintar su interior. Jadeó cuando él se retiró, satisfecho.

"¿Té de luna?" Preguntó Eloísa, sentándose torpemente en uno de los muebles, aturdida por el reciente placer y el éxtasis que aún no abandonaba su cuerpo.

"No, probemos suerte", dijo Maegor, haciendo que ella arqueara una ceja. El príncipe le dejó un beso en la frente, volviendo a acomodar su pantalón mientras ella seguía sentada en el mueble, recuperándose lentamente.

"¿Papi?" La suave voz de Helaena hizo que Eloísa mirara la puerta del vestidor con pánico y luego a Maegor, que simplemente le pasó un pedazo de franela para que se limpiara los muslos. "Papi, tuve un mal sueño..."

Él abrió la puerta, cargando a Helaena y colocándola sobre su cadera. Sus sospechas sobre que Helaena era una soñadora crecían conforme la menor le contaba sus sueños, pero no le importaba la información de esos sueños, le importaba que su hija no se volviera loca.

"Cuéntale a papi el mal sueño, querida", murmuró el príncipe, encendiendo un par de velas para poder iluminar la habitación y ver el rostro de la menor.

Maegor escuchó con atención a su hija mientras veía cómo Eloísa salía de la habitación. Helaena contó todo con detalles, recostando su cabeza en el cuello de su padre mientras seguía murmurando lo que había soñado, exagerando con su vocecita para que su padre entendiera el énfasis que ponía en sus palabras.

El día siguiente, el príncipe heredero fue despertado de la forma más brusca que alguna vez había experimentado, incluso más que en sus tiempos en batalla. Gimió con amargura mientras se acomodaba el cabello, siguiendo a la sirvienta que lo había llamado. No sabía la razón, solo sabía que era importante y debía ir.

Dejó a Helaena bajo el cuidado de su niñera, apenas notando cuando Alicent intentó detenerlo mientras pasaba junto a él. "¡Maegor, es impropio que entres a la sala de partos!" Advirtió su consorte, pero eso solo aumentó la desesperación de Maegor.

Caminó con más rapidez, hacia Rhaenyra. Su mente se volvió confusa mientras empujaba a Sir Criston fuera de su alcance, haciéndolo caer con fuerza contra la pared.

Maegor is back Where stories live. Discover now