chapter X

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La semana de celebración por los once días del nombre de Rhaenyra llegó a su fin de manera abrupta. La muerte de la reina consorte no fue difundida hasta que solo quedaron tres casas en la Fortaleza Roja: los Targaryen, los Velaryon y... los Arryn.

Aún así, a la familia Arryn no se le permitió ser parte del crematorio. Maegor y Rhaenyra estaban destrozados; la princesa simplemente se ocultaba en el costado de su hermano mayor, mientras él la cubría con su capa. Rhaenys, junto a Corlys, miraban hacia adelante, donde estaba el cuerpo de Aemma. Viserys estaba al lado de sus hijos, sin despegar su mirada de Aemma, sintiendo su corazón arder.

Laena y Laenor estaban al lado de sus padres, aunque ambos estaban atentos a sus primos, queriendo ir a consolarlos, pero no podían; tenían que respetar el cuerpo de su tía.

"Dra...ca...rys" lloriquea Rhaenyra.

Syrax no reacciona al débil lamento de su jinete; no pudo entender su palabra y, por ende, no pudo obedecer. Syrax ladea su rostro, y Mushu da un ensordecedor rugido. Maegor, tomando su deber de encargarse de las situaciones difíciles, es quien decide dar la orden.

"Dracarys..." murmura, Mushu duda. "¡Dracarys!" Su grito hace que Mushu sea obligado a obedecer, lanzando el fuego directamente a Aemma.

Maegor agarra la mano de Rhaenyra, ocultando el rostro de su hermana en su costado mientras escucha sus sollozos. El príncipe tiene que cerrar los ojos para poder retener sus lágrimas. Verdaderamente, le duele más la muerte de Aemma que la de Visenya.

Visenya se encargó de forjarlo para hacerlo un guerrero y un rey, sin embargo, su afecto maternal no era algo de lo que se frecuentaba. Aemma, en cambio, tenía tanta sabiduría que sabía cuándo reír y cuándo llorar, conocía sus gustos y qué días montaba a Mushu, cómo entrenaba y todos y cada uno de sus temores y planes.

Mientras Visenya se encargó de planear junto a él la forma de llevarlo al trono y cómo ser un guerrero eficiente, Aemma planeó por él cómo ser un buen rey, hermano y esposo. Aún así, ambas enseñanzas las tendría presentes; ambas habían sido sus madres.

Vuelve a abrir sus ojos, manteniendo su mirada firme. Como príncipe heredero, era su deber ser un pilar para su padre y para su hermana menor. Todos ven al cuerpo de Aemma consumirse en silencio, una joven y dulce mujer que había muerto en el lecho de su estúpido esposo.

Cuando las cenizas son lo único que queda, Maegor se acerca a ellas, doblando su rodilla hacia las cenizas mientras susurraba pequeñas frases en Alto Valyrio, deseando que su madre fuera guiada hacia un dulce descanso.

Las palabras son nulas mientras Rhaenyra también copia su acción. Pasan algunos minutos cuando finalmente ambos se levantan, caminando con un aire sombrío hacia la entrada de la Fortaleza. Alicent está al lado, como si esperara su llegada, lo saluda con gran preocupación, pero él la ignora, sintiendo cómo su mundo se iba abajo cuando empezaba a caer en cuenta de que su madre había partido hacia su merecido descanso. La relación entre Viserys y Maegor se había tensado desde que el joven príncipe le había arrebatado su corona.

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Su boda con la verdecita había llegado, y no podría evitarlo más tiempo. El vientre de Alicent comenzaba a hincharse aún más. Y, siendo claros, el embarazo repentino de Alicent después de la boda sería algo de qué hablar.

Maegor suspira mientras siente las amables manos de una criada lavar su cabello; no sabe cuál de todas es, solo sabe que estuvo al servicio de su madre. Odiaba tener que ser bañado como a un bebé, pero en momentos como este era lo único que deseaba: ser atendido sin recibir una sola pregunta.

"¿Aceite aromático o normal?" pregunta la criada y él resopla, bastante cómodo como para hablar.

"Del que sea" murmura, sintiendo sus músculos relajarse.

Maegor is back Where stories live. Discover now