CAPÍTULO 26

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No estaba segura de cuántas veces le había deseado suerte a su novio ni si habían sido suficientes pero esperaba que sí.

Su progreso en la recuperación estaba siendo positivo y al haberse podido sumar al último entrenamiento, Scaloni le había prometido que lo iba a dejar jugar aunque sea unos minutos. Si bien el número veintidós se había puesto contento, también habían aumentado sus nervios. Era mucha presión jugar una final del mundo y más teniendo en cuenta que la disputaban contra los que habían salido campeones en el mundial anterior.

Había dos opciones: o Francia se convertía en campeón del mundo otra vez, reforzando su liderazgo y rememorando la final del 2018 o Argentina volvía a saborear la gloria después de treintaiséis años, demostrándole a todos los que habían subestimado al equipo, lo buenos que eran.

Estaba segura de que iban a tener que matar a la albiceleste para poder quedarse con el título porque ni en el peor escenario posible, podrían apaciguar la sed de victoria de un grupo en el que cada uno se destacaba y sacaba lo mejor de los otros.

Los vio subirse al micro desde la puerta de la Universidad, parada al lado de Alejo y su corazón empezó a latir increíblemente rápido.

—Todo va a estar bien. —Su mejor amigo agarró su mano—. Entremos que todavía tenemos que terminar de preparar algunas cosas.

A la madrugada volvían para Argentina y todavía les quedaban valijas por ordenar, ropa por guardar y tenían que cambiarse para el partido.

Volvieron a su habitación bastante ansiosos, intentando terminar de ordenar todo lo antes posible. No sabía si estaba lista para dejar a la Universidad, a la habitación en la que había pasado tantas semanas y a la felicidad de saber que se levantaba y bajaba a desayunar con todo el plantel, atrás. Solía pasarle que, cada vez que se terminaban sus vacaciones y tenía que volver a su casa, una parte de ella anhelaba quedarse un poco más en el lugar en donde había descansado y disfrutado tanto. Ese sentimiento lo estaba experimentando el doble con este viaje: había algo que la empujaba a no querer irse nunca, aunque sabía que era imposible.

No creía que tuviera muchas otras oportunidades para volver a estar con todo el plantel otra vez. Cada uno iba a hacer su vida y a cumplir sus responsabilidades, incluyéndola. Solo esperaba no olvidarse nunca de todas las cosas que habían vivido juntos y de lo que había aprendido para poder llevar a cada uno de los jugadores y del cuerpo técnico con ella.

Terminó de guardar lo último que le quedaba y buscó la camiseta de Argentina que Lautaro le había regalado para ponérsela. Le pareció ver una mancha en la parte de abajo del lado de delante de la remera y suspiró cansada. Ya era cábala usarla así que, no podía ponerse otra cosa pero tampoco quería ir con algo que estuviera manchado.

Se sentó en la cama, viendo la mancha pero sus ojos se empezaron a aguar cuando se dio cuenta de que en realidad no estaba sucia, había algo escrito con la letra de Lautaro.

"Voy a cumplir mi promesa y por eso te escribo esto, como evidencia de que hoy, 18/12/22, vamos a salir campeones y voy a sacarme una foto con la copa y vos al lado mío. Te amo, Lautaro".

No sabía en qué momento había agarrado su camiseta sin que se diera cuenta y le había escrito eso pero se aferró a esas palabras para relajarse un poco y cambiarse sin pensar tanto en todo lo que podía ser o pasar en las próximas horas.


Cuando ya estaban listos y se aceraba la hora en la que empezaba el partido, fueron al estadio. La mayor parte de la tribuna tenía puesta camisetas de Argentina, bombos, banderas desplegadas con frases o con la cara de Messi y de Maradona. Algunas personas las llevaban como capas, literalmente envolviéndose en la patria y la mayoría tenía pintada la cara. Era completamente emocionante la energía que se sentía en el estadio y Alma supo en ese momento, que ese partido iba a ser diferente.

Un mundial diferente | Lautaro MartínezWhere stories live. Discover now