CAPÍTULO 10

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Renata le estaba cayendo bien. Era castaña, con los ojos color avellana y una sonrisa prácticamente perfecta y genuina, bastante diferente a Alma: rubia oscura, unos ojos azules claros, algunas pecas alrededor de su nariz y una sonrisa que no le gustaba mucho pero que amaba que le sacaran.

No sabía exactamente hace cuanto eran amigos con Lautaro pero se notaba que tenían una relación de amistad muy fuerte y que se conocían muy bien el uno al otro. La hacían acordar a su relación con Alejo porque parecían entenderse a la perfección.

Se habían sentado en una de las mesas que había en la entrada para poder merendar y hablar un raro antes de que tuvieran que despedirse para ir a cenar. El número veintidós las miraba sonriente con una taza de café en la mano mientras las dos conversaban.

—Entonces, ¿hace cuánto son amigos? —preguntó Alma curiosa.

—Desde el primer año del secundario —respondió Renata mirándolo de reojo—. Este pibe era bastante pesado, no se callaba nunca y tampoco me dejaba prestar atención a las clases pero me encariñé.

—Es difícil no encariñarse con él —admitió ella mientras jugaba con la medialuna que se había pedido y sintió la mirada del jugador sobre sí.

Era intensa pero se notaba que no la miraba con enojo o con molestia. Ni siquiera con vergüenza, sino con lo que parecía ser felicidad y ternura.

—¿Y vos decías que le caías mal? —se rió la amiga mirándolo con una sonrisa—. Sos horrible para cazar las señales, che.

—No te rías, ya sé que a veces soy medio lento. —Las mejillas de Lautaro tomaron un color rosado.

No era muy común que el jugador se avergonzara por los comentarios de las personas y Alma no había logrado incomodarlo prácticamente por lo que, verlo poniéndose colorado, era bastante nuevo para ella. Al parecer, una de las pocas que podía lograrlo, era Renata y eso hacía que le cayera todavía mejor.

—¡Lautaro, Alma! —Aimar se acercó hasta donde estaban, sonriendo—. ¡Vayan viniendo a comer! —Se frenó cuando vio a la mejor amiga del número veintidós—. Hola, ¿todo bien? Soy Pablo.

—Un gusto, soy Renata, la mejor amiga de Lautaro —lo saludó.

Se despidieron de Rena y fueron al comedor para cenar con todo el resto del equipo. Alejo ya estaba sentado en la mesa y le había dejado un lugar al lado suyo. Se sentó, esperando a ver qué hacía Lautaro: al lado de ella quedaba un asiento vacío y no sabía si iba a decidir sentarse ahí o buscar algún otro espacio para no llamar tanto la atención sobre su relación. Después de unos segundos en los que se quedó mirando la mesa, parecía haber optado por ocupar el lugar vacío al lado de Alma pero Leandro se le adelantó y lo ocupó antes. Pudo ver como Lautaro le dedicaba una mirada casi asesina a su compañero de equipo pero no dijo nada y se sentó alejado de los dos, donde estaban Nahuel y Lisandro. El número cinco parecía haber ignorado por completo la actitud del otro jugador y empezó a comer como si nada hubiera pasado.

Cuando Alma se dio vuelta para mirar a su amigo, intercambiaron una mirada de confusión. Era muy obvio que algo no estaba del todo bien entre los dos porque ella no era la única que se había dado cuenta.

—¿Todo bien con Lautaro y la amiga? —preguntó el número cinco.

—Sí, todo excelente... —Alma estuvo a punto de preguntarle sobre lo que estaba pasando con su compañero de equipo pero a último momento, no pudo—. ¿Se te ocurrió algo para que hagamos cuando estés libre y pueda reponerte la tarde de hoy?

—Estuve pensando en que podíamos hacer un picnic en el jardín. —La miró con una sonrisa—. A la tardecita, cuando se está poniendo el sol, ya no hace tanto calor y podemos merendar.

Un mundial diferente | Lautaro MartínezWhere stories live. Discover now