CAPÍTULO 2

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Tal vez no había sido la mejor idea del mundo guardar los pocos buzos que había decidido llevar al viaje, en la valija. Alma había supuesto que cuando se bajara del avión, no iba a tener frío porque estaba en Qatar pero no había tenido en cuenta que era extremadamente friolenta y que la más mínima brisa, ya la hacía ponerse un abrigo.

Empezó a caminar junto con Alejo hasta el micro de los jugadores, intentando que no se notara el frío que tenía. Mientras los jugadores habían viajado todos juntos en un mismo avión, ellos dos habían viajado con el equipo técnico.

—Almi, ¿me puedo ir adelantando así lo saludo a Lautaro? —le preguntó en un susurro y muy emocionado Ale.

Se rió. No quería perderse esa secuencia pero su valija era pesada y su mejor amigo un impaciente. Así que, no le quedaba otra opción.

—Sí, andá pero después contame eh.

Alejo se adelantó y ella se acercó hasta la parte de atrás del micro para que guardaran su valija. Mientras esperaba, se abrazó así misma e intentó regular su respiración para entrar un poco en calor.

Todo el resto de los jugadores ya habían subido al micro. Alma era la única ahí afuera parada. Apenas terminaron de guardar su equipaje, caminó rápido hasta la puerta y se subió. No le estaba prestando atención a su alrededor, sólo miraba para el piso y pensaba cómo había sido la reacción de Alejo al verlo a su ídolo.

Subió el último escalón y dobló a su izquierda para buscar un asiento vacío. Levantó la cabeza y no tuvo tiempo para reaccionar y correrse para dejarlo pasar a Lautaro que venía caminando en su dirección. Se chocaron y Alma se empezó a caer para atrás por la fuerza con la cual la había golpeado. Él estiró su brazo derecho, agarrándola de la cintura y atrayéndola de nuevo contra sí para que no terminara en el piso. Se la quedó mirando a los ojos, serio y sin decirle nada por lo que ella se aventuró a decir las primeras palabras.

—Disculpame, venía distraída y no te vi.

Lautaro carraspeó y dio dos pasos para atrás, separándose de ella.

—Sí, lo noté. Permiso.

Alma iba agregar algo pero cuando fue a abrir la boca, no supo bien qué decir y él ya se había ido, dejándola ahí parada. Le molestaba que fuera tan cortante cuando ella no le había hecho nada. No encontraba explicación para su actitud. Tampoco necesitaba que fuera increíblemente simpático y le hablara todo el tiempo de todo pero no creía que fuera necesario ser así.

—¡Alma! ¡Por fin! —Paulo se asomó desde uno de los asientos con una sonrisa—. Tu amigo nos dijo que estabas terminando de subir tus cosas al micro.

—¿Cómo están? —les dijo con una sonrisa.

Dybala estaba sentado al lado Paredes y Enzo y Julián iban juntos, justo adelante de ellos.

—¿Nosotros? Más ansiosos, imposible —le dijo Leandro.

Ella se acercó hasta sus asientos y los saludó a los cuatro con un beso. Excluyéndolos a ellos cinco y Lautaro, todo el resto del grupo parecía estar dormido. Entendible porque eran las cuatro y media de la mañana.

—Che, re simpático Alejo. —Enzo le sonrió—. Habla mucho pero me cayó bien.

—Claro, porque vos sos re tranqui. —Julián lo jodió, ganándose un empujón de su amigo—. Igual, tiene razón. Me cayó de diez.

—Es muy buen pibe. —Alma gritaba internamente de felicidad por el hecho de que hubiesen tenido una buena primera impresión sobre Ale—. Pero es verdad que habla mucho cuando se emociona y siempre tiene un nivel de energía increíble.

Un mundial diferente | Lautaro MartínezWhere stories live. Discover now