CAPÍTULO 17

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Todos festejaban haber pasado a la semifinal como si ya hubiesen ganado el mundial. Era tarde y probablemente tenían que descansar pero parecía imposible convencer a cualquiera de los jugadores para que dejara de cantar, saltar y reírse y se fuera acostar. El único que no parecía tener la misma energía era Lautaro que pasó caminando bastante lento y decidió tomarse el ascensor para subir a su habitación.

Alma pensó en seguirlo para ver cómo estaba pero alguien la despeinó desde atrás suyo, distrayéndola. Cuando se dio vuelta, Leandro estaba parado con una sonrisa enorme en su cara.

—¿Viste que nos trajo suerte mi collar? —alardeó.

—Sí, a vos te trajo suerte para que no te expulsaran después de lo que hiciste —se rió ella—. Lean, ¿cómo vas pegarle un pelotazo al banco de suplente de Países Bajos? Las dos barridas que te mandaste antes, tuvieron un sentido en el juego pero vos parece que estabas buscando la tarjeta roja.

—Noo, no me cagues a pedos que eso ya lo hizo Scaloni. —Se rascó la cabeza, mirando para el piso—. Además, debo confesar que lo hice porque ya estaba medio caliente y justo los vi a los dos pibes que te cruzaste de camino al vestuario y bueno...no me pude contener. No podía dejar que se sintieran unos capos, me estresaba.

—Tengo que admitir que ahora que ya pasó y ganamos, fue bastante épico la verdad —confesó—. Gracias por defenderme.

—No es nada —le restó importancia—. Te la debía la verdad...

No sabía que más decir por lo que carraspeó, algo nerviosa.

—Bueno...lo voy a ir a buscar a Lauti pero si Scaloni decide no matarte después de lo que hiciste, nos vemos mañana —lo saludó—. Que descanses bien. —Se dio la vuelta para subir las escaleras hasta su piso pero la voz de Leandro la frenó.

—Alma, esperá.

—¿Qué pasó? —Lo miró confundida.

—¿Te puedo abrazar?

Una sonrisa genuina e inesperada se dibujó en los labios de ella por la pregunta repentina.

—Sí —le respondió y antes de que pudiera acercarse hasta él siquiera, el jugador ya la había abrazado por la cintura, haciendo que sus pies dejaran de tocar el piso—. ¿Todo bien?

—Ajá, hoy estoy medio demostrativo nomás —murmuró sobre su pelo con completa felicidad.

—Tranquilo, todos lo están —le respondió cuando volvió a dejarla en el piso. Con su cabeza señaló a todo el resto del equipo que cantaba a los gritos y se rieron.

—Che, mañana...¿querés hacer el picnic que nos quedó pendiente? —preguntó sonriente—. Así festejamos haber pasado a la semifinal del mundo y que vas a estar ahí para vernos.

—Dale, me parece una buena idea.

—Excelente...buenas noches entonces —se despidió y volvió a acercarse a sus compañeros para seguir festejando.


***


Tocó una vez la puerta de la habitación de Lautaro y lo escuchó saludando a alguien por lo que decidió esperar un poco antes de volver a llamar. No quería apurarlo. Para su sorpresa, abrió apenas unos segundos después con el celular en la mano y descalzo, haciendo que la venda en su pie fuera completamente visible ahora. Ella no comentó nada sobre su vendaje, solo lo miró.

—Alma —dijo sorprendido e intentó ocultar su pie de la vista de ella pero era imposible.

—¿Puedo pasar?

Un mundial diferente | Lautaro MartínezWhere stories live. Discover now