CAPÍTULO 22

337 21 2
                                    

Recién había salido de bañarse por lo que, se puso un jean de corte recto y ancho color celeste y una remera gris topo con una frase en inglés. Cómo seguramente iban a ir a recorrer con Alejo, eligió unas zapatillas para estar cómoda si tenían que caminar mucho y se sentó en su cama.

Tenía que devolverle la remera a Leandro pero no sabía cuándo hacerlo porque la selección estaba entrenando en esos momentos y después pasarían el resto del día con sus familias y no quería molestarlo. La dejó doblada arriba de su cama por si en algún momento lo veía y podía alcanzársela. No quería dársela toda sucia, así que la había mandado a lavar junto con su ropa, a la lavandería de la Universidad y la dejaba a la vista para no olvidarse.

Había logrado hablar con Paulo, Leandro y su mejor amigo sobre la conversación con Lautaro y ver como el número cinco intentaba ocultar una sonrisa de felicidad por saber que había decidido descansar e intentar llegar a la final. Disfrutaba verlos amigados otra vez y que ya casi no se sintiera incómodo compartir el mismo espacio que los dos.

Decidió dejar que su pelo se secara con el correr de la mañana y salió de su habitación para ir a buscar a Alejo. Cuando estaba parada esperando el ascensor, Lautaro apareció al lado suyo.

—Hola, amor.

Desde hacía exactamente un día que había empezado a decirle así de una manera tan natural: cuando le hablaba, prácticamente no usaba el apodo que estaba acostumbrada a escuchar de sus labios, sino que la llamaba de una forma que para Alma, hacía más serio y real lo que tenían.

—Hola, ¿todo bien? —preguntó confundida—. ¿No deberías estar viendo el entrenamiento?

El número veintidós se acercó y le dio un pico antes de que se abrieran las puertas y entrara con ella al ascensor.

—Sí pero Scaloni nos dio un descanso y... —La miró nervioso y ella no pudo evitar sonreír.

—¿Qué pasa?

—Quería saber si podías acompañarme a decirle que no voy a jugar —habló bajo—. Iba a decírselo antes de que empezáramos a entrenar pero no sé por qué, se me está haciendo muy difícil y pensé que capaz- —Se calló cuando el teléfono de ella sonó con un mensaje de su mejor amigo preguntándole si ya estaba lista —. Es verdad que ibas a salir con Ale, perdón.

—No pasa nada, puedo acompañarte a hacer eso y después irme.

—Pero no quiero que pierdas horas que podrías estar usando para recorrer, estando al lado mío mientras hablo con Lio —confesó.

—Primero, tengo todo el día para pasear y segundo, no vamos a tardar horas, Lauti. —Entrelazo sus manos y le dio un apretón para reconfortarlo—. Le aviso a Ale y te acompaño.

—¿Estás segura?

Asintió sonriente, logrando calmarlo un poco y apenas se bajaron del ascensor, lo siguió hasta la cancha en donde todo el cuerpo técnico estaba reunido y hablando sobre tácticas y posiciones.

Lo miró, tratando de alentarlo para que se acercara hasta su técnico y mientras Lautaro le decía algo por lo bajo a Scaloni, ella le mandó un mensaje a su mejor amigo.

—Vengan —los llamó para que fueran hasta su oficina y los hizo sentarse enfrente de su escritorio. Esperó paciente a que el jugador se animara a hablar.

—Estuve pensando y hablando con gente que me importa mucho —empezó, jugando con sus manos nerviosas— y decidí no estar en la semifinal. Prefiero esperar y ver si pasamos a la final. Si estoy en condiciones, me encantaría poder jugar por lo menos, unos minutos. Mientras tanto puedo ver, escuchar y ayudar con lo que sé...aunque voy a intentar hacer un plan con el médico para ver si logro evolucionar un poco antes del último partido. Por si pasa...

Un mundial diferente | Lautaro MartínezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora