014

156 26 7
                                    


Miro los dibujos que proyecta la luz y que se cuela por las persianas de mi habitación, las veo serpenteando y bañando cada pared, mueble u objeto que allí se encuentre.

Hace mucho calor.

Y tengo que cerrar los ojos cuando noto su cuerpo sobre el mío, candente, suave y delicado abriéndose paso entre mis piernas, mientras deja besos por toda la longitud de mi cuello y motea cada rincón hasta llegar a mi mandíbula. Hace que mi piel se erice hasta sentir que puede llegar a romperse en mil pedazos.

— No sabes cuanto he esperado este momento... —susurra cerca de mis labios. Parece que queda poco de su timidez mientras me mira provocándome, rozando sus labios con los míos y haciendo que me olvide del mundo.— Ni te lo imaginas...

Más calor...

— Yo creo que sí me hago una idea... —digo dirigiendo mi atención a su boca que me recibe con ímpetu. No hay nada que haya deseado más en mi vida y estoy cansado de pelear contra cada momento que se nos presenta.

Jadeamos al contacto, casi parecemos dos sedientos que acaban de cruzar el desierto, nos necesitamos más que el mismo aire para sobrevivir y no concibo otra idea que no sea la de saborear cada rincón de la boca de Sung Hanbin. Parece que no vamos a tener tregua y noto como mi habitación se prende en llamas sin que eso me importe en lo absoluto.

Él se separa, lo justo para llevar sus manos debajo de la tela de mi camisa y acariciarme el abdomen de abajo a arriba a su antojo, arrastrando la camisa a su paso para deshacerse de ella.

— ¡No, Hanbin...! ¡Espera! ¡Espera un momento...! —le digo mientras intento frenarlo.— Por favor, no. No puedo.

— Shhh... —me calla mientras baja para dejar besos por la piel de mi estómago cuando va siendo visible. No cesa en su empeño de desnudarme y yo, a pesar de que hay algo en el fondo de mi memoria que necesito recordar, no encuentro voluntad para averiguar qué es y así poder saber por qué tengo que frenarlo.

Mucho calor...

— Eres precioso. —murmura alzándose para admirarme. Veo como la luz también juega con él a través de la persiana y parece casi como una aparición divina.— Estoy loco por ti.

Se acerca de nuevo y me besa con una pasión que no podría haber adivinado en él nunca, pero que me vuelve aún más loco si cabe. Es como el Vesubio, dispuesto a explotar y arrasar Pompeya de un momento a otro. Y yo estoy más que dispuesto a morir cuando su mano se pasea por mi costado hasta que agarra mi muslo y lo lleva a su cadera.

Demasiado calor...

Su boca se pierde por mi garganta hasta el nacimiento de mis costillas, entonces mi cabeza lo recuerda y se debate entre frenarlo o mostrarse ante él sin tapujos.

— Espera, por favor...

— Ya hemos esperado suficiente, Hao...

— Necesito decirte algo.

— Y yo te necesito a tí. —dice antes de perderse en mi boca y quitar por completo mi camiseta. Cierro los ojos, sabiendo que el destino lo va a escribir él con sus manos en mi piel. No tengo salida, ni vuelta de hoja cuando me deja expuesto ante sus ojos...ya no noto el peso de su cuerpo. Abro los míos y noto una expresión que ya he visto antes, también suelo tenerla al verme. Es el miedo.— ¿Qué...?

Se incorpora de rodillas en la cama, se aparta de mí.

— Quería explicarte, no me dejabas...

Habitación 038  - HAOBINWhere stories live. Discover now