Capítulo Veintisiete: La unión que llegó a su fin

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Leonardo

Había estado pensando la forma de poder acercarme y hablar con Nadia sobre lo ocurrido en el concierto, pero siempre que lo lograba algo o alguien nos interrumpía y me frustraba. Quería estar seguro de que ella estaba bien y que aquel mal rato no le afectara y así, no perder el avance que había logrado con ella. Me arrepentía demasiado de no hablar más con ella y de conocerla mejor, solo dos veces lo hemos logrado desde que la conocí, sé muy poco de ella y ya me ha tocado verla sufrir y tener miedo por esos sujeto; me hierve la sangre de solo recordarlo.
Toda la semana me toco ignorarla o pasar de largo cada que me la cruzaba por los pasillos de la facultad, no quería llamar la atención ni tampoco ser tan obvio y que se esparcieran rumores como aquella vez, no fue hasta que lo pensé mejor e ideé un plan para poder estar a solas con ella.

Era viernes y me faltaba entregarle laa calificaciones al grupo al que Nadia pertenecía, la vi estresada y ansiosa, y sabía muy bien que era lo que le causaba ese malestar. Fui pasando por lista a cada uno de los alumnos para darles a conocer sus calificaciones y sus deficiencias, algunos se iban tristes, otros enojados y muy pocos contentos con su calificación. No estaba en mis planes saltar el apellido de Nadia, pero todo ocurrió cuando vi el nombre de su amiga a tres nombres más abajo; sabía que ella ayudaría a no levantar sospechas y como si estuviera planeado, espero a que solo quedaran ellas dos, poco después salió como si nada del salón permitiéndome estar a solas con Nadia.

—Doctor, saltó mi nombre —se acercó al escritorio.

—Lo sé —admití, era el momento para hablar con ella.

—¿Lo sabe? No entiendo —frunció el ceño y noté su confusión.

—Necesito hablar contigo —estaba a punto de confesar mi preocupación por ella, pero me sentí vencido por la forma en que me miró, estaba llenada de ilusión.

—¿Sobre qué? —había preocupación en su voz, pero a la vez mostraba tanta calma.

Me terminé arrepintiendo y preferí evitar el tema.

—Olvidalo. No es nada importante —suspire y pase una mano por mi rostro. Era un idiota. Noté su decepción en el mantuvo su silencio y solo asentía con la cabeza a cada indicación que le daba.

—Entiendo. Muchas gracias —se levantó lentamente de su asiento y caminó hacia la salida del salón.

La desesperación se convirtió en deseo y adrenalina, sabía que podría arrepentirme después, pero si no hacia algo en ese momento me arrepentiría después mucho más.

—Nadia, espera —me levanté de la silla y caminé rápidamente hacia Nadia, quedando a unos cuantos pasos de ella.

—¿Si? —volteó a verme y de nuevo estaba ese brillo en sus preciosos ojos.

El miedo me estaba gobernando y una vez más me quede en silencio negando con la cabeza. Escuche suspirar a Nadia y la vi continuar su camino hacia la puerta frente a ella, y un impulso de valor se hizo presente en mí. Tomé a Nadia del brazo y la jale pegándola a mi cuerpo mientras que con la otra mano la tomé de la nuca para que me viera a la cara; nuestros rostros estaban a pocos milímetros, tan cerca y a la vez tan lejos de lo prohibido. Miré sus labios encarecidamente, se veían tan suaves y rosados que me llevaron a sentirlos de cerca. Planté mis labios sobre los de ella, sintiendo una emoción tan grande en mi pecho a la vez que sentía una paz en mi mente, una que llevaba buscando desde el día en que la tuve en mis brazos.

Mi Doctor FavoritoWhere stories live. Discover now