Capítulo Nueve: Está bien no estar bien

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Nadia

El sol calentaba mi piel, la brisa salada inundaba mi olfato y un sabor dulce y refrescante embriagaba mi paladar.
El plan de un viaje a la playa se había llevado a cabo casi tres semanas después de aquella salida al club; no llegábamos a un acuerdo y hasta nos llegamos a pelear por un simple "no", y era mío. Mi ansiedad y mi miedo me había llevado a creer que ir a la playa sería una muy mala idea, y se que no debía buscar a un culpable, pero la culpa se llamaba "Marco". Sabía que sonaba como disco rayado y que pareciera que podía superarlo, pero era parte de mis traumas y era el responsable de que me costará abrirme con la gente y a que me negará los "placeres" de la vida.
Cuando les dije a mis amigos que no iría con ellos a la playa, ardió Troya; Gargi y Sarah eran las primeras en quejarse, me regañaban y buscaban la manera de sacarme de aquel hoyo negro en el que me encontraba mientras que Miguel solo era espectador e ignoraba la razón de porqué de mi incomodidad, hasta que él también buscó la forma de animarme para que aceptara ir con ellos. Mis tres amigos obtuvieron éxito tras tanta insistencia, pero mis condiciones eran las que me permitían estar comoda y feliz.

Gargi y Sarah hablaban de cómo jugaban Miguel y Aaron al volleyball; minutos antes unos chicos se nos habían acercado, pero se acercaron específicamente a nuestros amigos para invitarlos a jugar con ellos, necesitaban a dos personas para poder iniciar el juego y justamente, Miguel y Aaron cumplían con los requisitos para unírseles.
Eran seis chicos en cada lado, todos jugaban con destreza y algunos con torpeza; mis amigas estaban animadas por la idea de salir con uno de ellos o al menos, era Sarah quien se había interesado en uno de los chicos, ya que, Gargi solo tenía ojos para Aaron y la única persona que de daba cuenta de eso era yo y lo noté desde aquella primera vez en que lo vimos en casa de Sarah.

Me levanté de mi silla para poder dar un paseo, pues, sentía un par de miradas provenientes de aquellos jugadores y me avergonzaba la idea de que se dieran cuenta de que causaban esa rara emoción en mí.
Llevaba puesto un traje de baño color vino y encima una clase de bata para cubrirme del sol, era fresca y tan delgada que se transparentaba aún si tenía un diseño de flores colorido.
La playa estaba llena, había toda clase de grupos sentados en la arena o nadando; familias, amigos, parejas, etc., pero todos se divertían.
La arena comenzó a calentar la planta dr mis pies y me acerqué un poco a la orilla del mar para caminar por la arena mojada y mientras daba mi paseo, me percaté de que alguien me iba siguiendo.

—Hola —dijo con una cara de niño inocente—. Es bueno volver a verte.

—Déjame tranquila, ¿quieres? —di media vuelta y continúe caminando.

—No, espera... —me tomó de la muñeca y me girar para mirarlo.

—¡Suéltame, Marco! —di un paso hacia atrás para poder zafarme de su agarre.

—¡Deja de hacer un drama. Solo quiero hablar contigo! —su agarré se volvió más fuerte sobre mi muñeca.

—¡Pero yo no quiero hablar contigo! —comencé a jalonear mi brazo para seguir intentando liberarme de él.

Noté como su mandíbula se tensó en el momento en que sus ojos dejaron de verme a la cara y bajaron a mi cuerpo, por instinto cerré la bata para cubrirme.

—Veo que el pudor lo perdiste —bufo —. Y ya que lo perdiste, no hace falta decirte que acabas de provocarme.

Tiro de mi brazo para acercarme a él y pegarme a su cuerpo. Paso sus manos descaradamente por mis glúteos y una sensación de horror y asco me inundaron.

—¡Suéltame ya, Marco! —me retorcía bruscamente para quitar sus brazos de mi espalda.

—Ya no te niegues, me extrañas al igual que yo. —me pego más a él y me tomó del rostro.

Mi Doctor FavoritoWhere stories live. Discover now