Capítulo Catorce: ¿Cómo está, Doc?

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Nadia

Toda la semana esperaba ansiosa el poder ver de nuevo al profesor, pero en cambio, su ausencia brillo durante los dos días que que teníamos clase con él.
Me había desmotivado con la idea de que todo se debía al abrazo y su reacción de irse del salón sin decir nada.
Había rumores de que había tenido un problema con un familiar cercano y que posiblemente no asistiría el resto del parcial y otros decían que había renunciado por un problema en la administración de universidad; claro que no creí ninguno de esos rumores, pero me aterraba que fuera cierto y mi única opción para saber que era real y que no, era mandando un mensaje al número que Leonardo me había dejado.

—¿Le mandarás un mensaje? —preguntó curiosa tratando de ver el contenido de mi pantalla.

—¿Y si cree que soy insistente después de ese abrazo? —volteé a verla mortificada con la idea.

—Sería muy tonto de su parte —respondió con un tono molesto—. Dudo mucho que haya sido por el abrazo.

—¿Qué abrazo? —preguntó Miguel apareciendo de la nada.

—Ninguno, Miguel. —Sarah le respondio con cierta molestia.

—Que amargada te haz vuelto. —Miguel movió levemente su cabeza de un lado a otro y después acomodo su mochila a un lado de él.

—Oigan, ¿escucharon los rumores? —ahora era Gargi quien apareció sin anunciarse.

—¿Qué rumores? —Sarah se inclinó en la mesa en dirección a Gargi.

—Sobre su profesor, el Dr. Lane. —dijo casi en un susurró.

Sarah y yo nos volteamos a ver y ambas nos hicimos una mueca para callar lo que había sucedido días antes.

—¿Q-Qué rumores? —aclaré mi garganta tratando de no sonar nerviosa.

—Unos dicen que renunció al trabajo y...

—Eso ya todos lo han escuchado. —Sarah la interrumpió.

—Si, pero dicen que es porque le ofrecieron un puesto en uno de los hospitales de New Jersey. —sus dedos comenzaron a dar pequeños golpes en la mesa.

—¿Eso es malo? —ahora era Miguel quien lanzaba la cuestionable.

—No lo sé, pero no son solo esos rumores —volteo a ver a los lados y después hizo señas de que nos acercaremos al centro de la mesa—. Se dice que lo vieron con una alumna en una situación comprometedora.

—¿Qué alumna? —Sarah preguntó alerta.

—¿Qué estaban haciendo? —Miguel susurró.

—No lo sé, nadie lo sabe. —Gargi levantó sus hombros y terminó enderezándose en su lugar.

Sarah y yo nos volteamos a ver nuevamente; sólo nosotras sabíamos del abrazo y que alguien más nos haya visto nos haya podido ver nos comprometía y podíamos estar metidas en un grave problema.
El reglamento de la universidad prohibía cualquier tipo de relación entre alumnos y docentes o algún trabajador de la misma.

¿Y si lo habían despedido por mi culpa?

Era la pregunta que iba y venía a mi mente; no iba a poder descansar hasta tener una respuesta. Tal vez solo eran eso, simples rumores, pero la “situación comprometedora” no era solo un rumor. Podía estar en un serio problema y yo ni enterada.

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Era viernes por la tarde, los rumores seguían escuchándose y aún no teníamos noticias sobre el profesor. Temía que realmente lo hayan despedido por mi culpa y por la tonta idea de una “historia de amor”, que solo había sido un simple abrazo.

Mi Doctor FavoritoWhere stories live. Discover now