Capítulo 10

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Los recuerdos le invaden la mente de golpe, se estremece, porque no es sencillo dar un paso en falso, no cuando ha caído tantas veces.

—¿La omega...? —divaga.

—No hay nadie más, nunca. Siempre fuiste tú.

Aquello apacigua el ritmo de su corazón, intenta mantener sus facciones relajadas y no lucir aterrado o indeciso. El tiempo pasa lento o lo suficientemente rápido, no lo tiene claro, Taylor no lo interrumpe y mucho menos lo presiona. Espera en silencio, con tranquilidad, por una respuesta.

Cuando salió de Castrum se sintió tan perdido, porque ya no tenía que usar una armadura, no debía fingir ser alguien más, y nada de eso fue sencillo, es decir ¿Por qué hacerlo? ¿Por qué bajar la guardia? El campamento no era el único lugar donde debía protegerse, fuera la gente era mucho peor.

En un mundo liderado por alfas la probabilidad de tener una vida digna era nula.

Y no podía esperar algo bueno viniendo de un extraño cuando en su propia casa lo destruyeron.

Pero, a veces - siempre -entre esos recuerdos aparecía Taylor quién a pesar de ser un alfa... Un enigma, jamás fue grosero, nunca trato de imponerle reglas, darle órdenes o aprovecharse de él. No a menos de que su vida corriera peligro.

Lo había visto desvivirse por conseguirle lo necesario para que estuviera a salvo.

—Taylor yo...

No quiere ser ese omega cegado por el amor, el que no ve las señales o el que decide ignorarlas porque tiene la esperanza de que todo funcione.

No quiere una desilusión más en la vida.

Perdió la posibilidad de tener una vida socialmente normal. No fue a la universidad, no volvió a ver a su padre, hermano o sobrinas... Perdió un hijo del cuál no disfruto ni la noticia al saber de su existencia. Se mudó de ciudad y aunque todo marchara bien comenzar de cero dolía, más cuando todo se vuelve diferente.

Aquel verano lo rompió de mil maneras, a veces se veía al espejo y no sabía quién era...

Y después de dos años donde creyó que Taylor estaba fuera de su vida, aferrándose a la idea cruel de que tendría que vivir con su recuerdo, como algo efímero, único e irreal, apareció de la nada.

—Una última oportunidad. —continua. La voz le tiembla y siente un nudo en la garganta. —Solo una.

Aquella promesa le recuerda a Castrum, a las tres noches que seguro compartir con el alfa, las cuales evidentemente fueron más.

No puede vivir sin el alfa.

Ya ha experimentado esa sensación dolorosa, larga y desgastante. Saber que lo ama y mantenerlo alejado, sería como morir lentamente.

Los brazos de Taylor lo envuelven y se aferra a su espalda. Hay una sensación de ligereza sobre sus hombros, los cuales se han liberado de la tensión. Incluso percibe el aire mucho más fresco y el aroma en la habitación se vuelve cálido, reconfortante.

—Te prometo...

Nick une sus labios en un beso fugaz y lo ve sonreír cuando sus párpados se abren.

Maktub •Taynic Galikhar•Kde žijí příběhy. Začni objevovat