Malibú se convierte en el telón de fondo de como no hay un atajo para olvidar a alguien, simplemente tienes que afrontar echar de menos a alguien hasta que un día despiertas y ya no lo haces.
Después de dos años, en el dorado resplandecer de la pla...
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—¡Vamos chicos! —elevo sus brazos hacia el cielo.
Los torneos que hacian en la playa era algo que ya conocía y que, en algún momento le parecieron increíbles. Nunca ha participado en alguno, a este punto incluso le parecían aburridos porque siempre eran los mismos, pero está vez Celia y Gilbert jugaban voleibol.
El equipo contrario iba perdiendo, solo tenían que anotar dos más y serían los ganadores. No habían preguntado sobre el premio, pero seguro darían barra libre.
Nick estaba sobre una toalla en la arena de rodillas, llevaba un short beige y una camisa verde con flores blancas muy al estilo hawaiano. Celia le había encargado sus lentes, así que los llevaba puestos y Gilbert su sombrero de paja el cuál también estaba utilizando.
A un costado de él había una familia, una pareja con dos gemelos, parecían turistas y estaban igual de animados que él con el juego.
En el mar los surfistas estaban sorteando las olas, eran alrededor de 15 competidores. Habían prohibido ese día rentar tablas a las personas que no sabían surfear para evitar algún accidente. No tenía idea de cómo se calificaban, tampoco debería importarle, era algo que no quería saber porque era un deporte que no entendía. Aunque en realidad escuchaba a los tres alfas que estaban frente a él, dándole la espalda hablando sobre las normar y el buen uso de las tablas, también de vez en cuando se quedará mirando fijamente a los participantes en busca de algo —o alguien— sin sentido.
—¿Nick? —su rostro se gira y se encuentra con los ojos curiosos de Celia. —Ganamos ya, ¿Vienes?
La alfa arquea su ceja derecha y se suelta las trenzas que hace unos momentos amarro como moño para que no se le atravesaran en el rostro. Llevaba los pies cubiertos de arena y está subía hasta su rodilla como si fuera disminuyendo la cantidad.
—¡Te perdiste mi saque! —Gilbert llega hasta él para tomar sus cosas.
—Lo siento, chicos. —se incorpora y sacude sus piernas. —Me distraje un poco.
—¿Quieres que nos acerquemos a ver? —Celia mueve su cabeza hacia enfrente y sus ojos se centran en el mar.
Nick también lo hace y sus ojos se centran un un surfista que tiene la misma complexión que Taylor, aunque bajo el sol el cabello luce mucho más claro, pero las expresiones corporales son las mismas y siente su corazón latir con fuerza porque por un momento percibe un olor a tierra mojada tan intenso como la vez de su celo, pero cuando el chico voltea cayendo al mar siendo avistado por una ola ve su rostro y sabe que no es él.
—No. —levanta la toalla de la arena. —Nunca he entendido muy bien de qué va.
A veces piensa que su mente lo odia, porque no es la primera vez que sus ojos ven al alfa, antes lo veía con muchísima más constancia en todas las personas. Si alguien se reía y sus ojos se achicaban o dos hoyuelos aparecían o, su nariz bajaba un poco, pensaba en él. Si alguien mencionaba las cosas que un día escuchó decir pensaba en él. Si alguien se movía, hablaba, o simplemente físicamente eran como él, aparecía en su mente.
