Epílogo

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Checo despertó sobre su estómago y la mejilla hundida en la almohada. Se talló un ojo e hizo un mohín. Su castigo hacia Max, que prometía ser largo y doloroso, duro menos de media hora después de decirlo. Simplemente, no había podido aguantar las ganas de estar con él. Suspiró, se incorporó un poco y giró hacia Max, quien dormía tranquilamente a su lado. Aún no amanecía, pero incluso en la penumbra, Checo pudo distinguir perfectamente su rostro. Sonrió y, lentamente, para no despertarlo, se sentó en el colchón. En su mesa de noche había quedado la bola de nieve. Checo lo sujetó con ambas manos y lo agitó. Casi de inmediato, la nieve empezó a caer y se ilumino la esfera. Y eso ensanchó la sonrisa que se había instalado en su rostro. Nunca lo olvidaría.




-¡Dámelo, Toño!

Checo corría detrás de su hermano por las distintas habitaciones de la casa de Manhattan. Debido a los negociosos de su padre, ese año se quedarían en Nueva York.

-¿Qué se supone qué es?-preguntó Toño poniendo la esfera de su hermano fuera de su alcance con sólo estirar el brazo hacia el cielo; para ese entonces ya era más alto que Checo.

-Lo acabo de comprar -le espetó Checo, al tiempo que daba un salto para alcanzar dicho objeto. -¡Dámelo!

-¡No!- Toño le mostró la lengua a manera de burla, pero en cuanto lo hizo recibió un zape de Paola y se la mordió. Al mismo tiempo, soltó lo que le había quitado a Checo y éste lo atrapó antes de que cayera al suelo.

-Dejen de tontear-advirtió Paola. Es hora de irnos, pónganse las chaquetas y vayan con Nana.

Toño se sobó la nuca y si hubiera podido, también, lo hubiera hecho con su lengua; se dispuso a obedecer, no sin antes, lanzar una mirada asesina a su hermano menor. Checo se encogió de hombros y persiguió a su hermana por la sala.

-¡Pao!-le gritó-. ¡Mira lo que me compre!

Paola se observó en el espejo encima de la chimenea y se retoco el labial.

-Ahora no, Chequito, tenemos prisa.

-Pero, Pao mira, es un formula 1.

-Ajá- Paola, bajó la vista hacia su hermano menor, quien había agitado su esfera para que brillara, pero no observo el objeto, se limitó a revolverle el cabello - Ponte la chaqueta, Checo -repitió.

Su hermana salió de la sala y Checo se quedó en el medio del corredor con los hombros gachos. Molesto y un tanto triste, le dio una patada al suelo.

-Mi niño - Carmen, su nana, se acercó a él con su chamarra bajo el brazo. - Es hora de irnos.

Checo lo miró ceñudo.

-Nana... ¿por qué mi familia no me quiere?

-Claro que lo quiere, mi niño.

-No me hace caso-

-Es porque hoy están muy ocupados.

-Siempre lo está- Checo hizo un puchero. - Dijo papá que nos llevaría a patinar, pero al final no iremos ¿verdad?

-Claro que iremos, el señor tiene prisa- Carmen le ayudó a ponerse la chaqueta, porque primero los llevara al Central Park y, después, irá a dar su discurso- Carmen le sonrió y se aseguró de que todo estuviera en orden en su atuendo. ¿Qué tienes en las manos?

Checo levantó la vista y le sonrió emocionado, al tiempo que le mostraba su bola de nieve. Carmen era, a menudo, La única que mostraba interés real en el.

Thanks Santa Claus ( Chestappen)Where stories live. Discover now