LLUVIA

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Alrededor del mediodía, oí el coche de Lauren detenerse frente a la entrada. No paró el motor, y después de que una portezuela se abriera y se cerrara, partió de nuevo. Al cabo de un momento, entró Anna por la puerta principal, vestida con el mismo atuendo que llevaba la noche anterior. Se la veía feliz y contenta.
Me tragué mi indignación cuando se sentó en el sofá junto a mí. No tenía la culpa de haberse dejado seducir por el atractivo de Lauren. No, toda mi indignación iba dirigida a ella... Me lo había prometido.

—¿Lo pasaste bien anoche? —pregunté secamente.

Ella se tumbó en el sofá y, sonriendo de oreja a oreja, apoyó la cabeza sobre los cojines.

—Dios..., no tienes ni idea.

Por supuesto que la tenía.

—Lauren nos llevó al apartamento de Matt y Griffin y...

Yo no quería saberlo.

—Por favor, no me lo cuentes.

Ella me miró y arrugó el ceño; le encantaban las historias de sexo.

—De acuerdo. —Volvió a sonreír y se inclinó hacia mí—. Denny y tú os fuiste muy pronto —dijo arqueando una ceja de forma insinuante—. Lauren dijo que queríais estar solos. —Soltó una carcajada—. Y tú, ¿Te lo pasaste bien anoche?

La culpa, la indignación y la vergüenza se apoderaron de mí.

¿Lauren le había dicho que Denny y yo queríamos estar solos?

—Tampoco deseo hablar de eso, Anna —respondí con tono quedo.

Ella se reclinó de nuevo sobre los cojines y puso cara de enfurruñada.

—De acuerdo. —Luego me miró y dijo—: ¿Puedo preguntarte al menos una cosa...?

—¡No!

Suspiró en voz alta.

—Bueno, vale. —Ambas guardamos silencio un rato—. ¿Estás bien, hermanita? —preguntó arrugando el ceño.

Apoyé la cabeza en el cojín y traté de suavizar mi expresión.

—Sí..., sólo un poco cansada. Apenas he dormido. —Al instante, me arrepentí de haberlo dicho.

Ella sonrió con un gesto más que elocuente.

—¡Bravo! ¡Ésta es mi chica!

Denny preparó la comida para los tres, y Anna lo miró con gesto de aprobación. Supongo que el hecho de que era un manitas en la cocina sumaba puntos ante sus ojos. Mientras comíamos, Anna se mordió el labio en varias ocasiones, y comprendí que le costaba un gran esfuerzo reprimirse y no contarnos la historia que había querido
relatarme. Confié en que fuera capaz de mantener la boca cerrada, pues no quería escucharla. Estaba segura de que si lo hacía me llevaría un disgusto mortal. Las explícitas secuencias que me había imaginado eran más que suficiente.
Mantuve los ojos fijos en Denny mientras me comía la ensalada de pollo con anacardos que él había preparado. Estaba deliciosa;
Denny era muy hábil en la cocina. Me sonrió cariñosamente, sus profundos ojos castaños serenos y apacibles. La noche anterior había
sido... muy intensa... entre nosotros. Me estremecí en mi fuero interno al pensar que yo guardaba un recuerdo de lo ocurrido distinto del suyo. Para él, probablemente significaba que habíamos vuelto a conectar después de una separación demasiado larga. Para mí... no era tan sencillo.
Anna y Denny llevaron el peso del noventa por ciento de la conversación mientras yo los miraba en silencio. Mis pensamientos eran demasiado contradictorios para articular frases coherentes.
Después de pasar buena parte de la tarde observándolos mantener una animada conversación, que a mí me habría gustado tener con mi encantadora hermana, llegó el momento de que ésta hiciera la maleta
y la lleváramos al aeropuerto.
Anna se despidió de mí con un cálido abrazo.

INCONSCIENTE Where stories live. Discover now