INOCENTE

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Cada día me despertaba más temprano. Por lo general, me despertaba antes que Denny, y, teniendo en cuenta lo tarde que me acostaba por las noches, eso significaba también que tenía que echarme una siesta por las tardes después de clase, pero no podía evitarlo. La idea de que Lauren se hubiera levantado y estuviera abajo solo actuaba sobre mí como un despertador natural. Lo cual me preocupaba un poco, pero la atracción de sus cálidos brazos era demasiado potente. Era como una droga. No podía evitar bajar deprisa por las mañanas para reunirme con ella en la cocina.
Una mañana, mientras esperábamos a que el café estuviera listo, Lauren me rodeó la cintura con un brazo y yo apoyé las manos sobre las suyas. Apoyé la espalda contra su pecho y la cabeza sobre su hombro. Sintiéndome completamente relajada en sus brazos, le hice una pregunta habitual:

—Si te pregunto una cosa, ¿prometes no enfadarte?

Me volví entre sus brazos hacia ella y le apoyé las manos en el pecho. Se rió y asintió con la cabeza, sonriendo beatíficamente. Me detuve, preguntándome si deseaba realmente conocer la respuesta a mi pregunta.

—¿Te molesta que Denny y yo nos acostemos juntos?

Palideció, pero no dejó de sonreír.

—Te acuestas con él cada noche.

Le propiné un ligero codazo en las costillas.

—Ya sabes a qué me refiero —dije sonrojándome.

—¿Quieres saber si me molesta que tengas sexo con tu novio? —preguntó con tono quedo.

Me sonrojé de nuevo y asentí. Ella sonrió suavemente pero no dijo nada.

—Responde a la pregunta —Sonreí y arqueé una ceja al utilizar contra ella una frase que ella solía decir a menudo.

Se rió y desvió la mirada. Por fin suspiró y dijo:

—Sí, me molesta..., pero lo entiendo. —Se volvió de nuevo hacia mí y añadió con tono melancólico—: No me perteneces.

De pronto, me embargó la emoción. Me sentí profundamente apenada por ella y deseé abrazarla con fuerza, acariciarle la mejilla y
besarle en los labios. Me aparté un poco y ella arrugó el ceño, tratando de retenerme entre sus brazos.

—Un minuto... —murmuré.

Me soltó y me miró confundida.

—Estoy bien, Camila.

La miré con tristeza.

—Dame un minuto, Lauren.

—Ah... —respondió en voz baja, sorprendida.

Permanecí un buen rato alejada de ella; el deseo de besarla era demasiado fuerte. Eso me preocupó. Nos miramos desde un extremo al otro de la cocina, apoyadas cada una en una encimera y bebiéndonos nuestros respectivos cafés, cuando oí el grifo de la ducha. Alcé la vista hacia donde se hallaba el baño y miré a Lauren.
Tenía una expresión rara, que no conseguí descifrar. Al cabo de un momento, terminé de beberme el café y, extendiendo la mano sobre
su brazo, deposité mi taza en la encimera. Ella me miró cuando la toqué, y, al ver la expresión de sus ojos, contuve el aliento. Tratando de
reprimir la emoción que me embargaba, le apreté brevemente el brazo y subí la escalera para reunirme con Denny, que se preparaba para ir a trabajar.
Denny sonrió al entrar en la habitación después de ducharse y verme sentada en la cama.

—Buenos días —dijo cariñoso mientras me besaba en la mejilla.

Sonreí, pero seguía pensando en la conversación que acababa de mantener con Lauren en la cocina. Denny se sentó a mi lado,
envuelto en una toalla. Me miró con su sonrisa de despistado, la cual hizo que yo sonriera más animada. Luego, arrugó el ceño, y yo hice lo
propio.

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