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Lugar

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Malcolm no había dicho nada en el rato que permanecieron ahí ellos solos, con él abrazado a Reese como a la única realidad de la que quería formar parte en el momento, y Reese sosteniéndolo y contándole de las cosas raras que había encontrado en el tiradero. No había dicho nada horas más tarde, mientras esperaban en el aeropuerto a la salida del vuelo más próximo a Boston luego de despedirse de los demás con la promesa de intentar volver para navidad o el año nuevo.

No había dicho nada, porque no había podido hacerlo.

Y no había podido hacerlo, sobre todo, tras cruzar una última mirada significativa con los curiosamente apacibles ojos de su madre viéndolo de lleno...

Pero ella tampoco había dicho mucho. En realidad, no había dicho prácticamente nada además del críptico "Quiero verlos pronto otra vez" para él, y el "Cuídense bien. Sabes qué hacer" a Reese.

Simple en apariencia. Previsible en su naturaleza matriarcal. Y críptico, porque, por supuesto, nadie además de Malcolm lo había entendido como se suponía que lo hicieran de verdad.

Porque era obvio que al menos hasta el momento nadie más lo sabía. Eso le había quedado lo suficientemente claro luego de la confrontadora conversación con ella en el comedor.

Y ahora, un día y medio después de todo eso, mientras sentía un sutil tirón en su mano para acabar de entrar a la cama y dormir, las palabras salieron solas de su boca justo cuando los brazos de Reese se cerraron a su alrededor en un abrazo suave y dolorosamente acogedor;

Lo siento —murmuró.

—¿Lo sientes?

—Sólo... supongo que debería decirlo más seguido.

—¿Malcolm?

Él despegó ligeramente la cara de la almohada para ver a Reese, notando los confundidos y usualmente cariñosos ojos verdes mirándolo con tanta preocupación que le hicieron crecer el nudo en el estómago.

—Hablé con mamá. Bueno, ya ni siquiera sé si eso puede considerarse hablar —suspiró, jugueteando nervioso con los dedos de sus manos—. Ella dijo cosas, yo las dije también, y después volvió a hacer lo mismo que hace siempre... Eso de dejarte sin escapatoria y...- Bueno, ya la conoces...

Reese asintió vagamente, y Malcolm apresó su labio inferior entre sus dientes cuando un cálido pulgar le acarició el pómulo en tacto casi distraído.

—Ustedes dos... siempre parecen tener una forma de entenderse que el resto de nosotros no.

—¿Qué quieres decir? Puede leerme y destruirme igual que a ustedes.

—Es diferente.

Malcolm lo miró sin entender.

—¿Por qué?

—A como yo lo veo, siempre has sido el único verdaderamente capaz de hacerle frente en una discusión.

—¿Ah? —Malcolm resopló, negando con la cabeza— Tú y Francis son los que más discuten con ella y quienes la enfrentan por cualquier cosa.

Reese bufó de risa.

—No es lo mismo discutir que soltar un montón de quejas y gritos sin mucho sentido, ¿o sí?... Honestamente, Malcolm, los dos sabemos que Francis sólo busca pelear con ella sin ningún propósito, y la verdad sólo acaba quedando como un idiota la mayor parte del tiempo —rio, pero fue tan leve que ni siquiera pareció estar ahí—... Dewey prefiere la manipulación y el victimismo. Y yo simplemente resulto serle demasiado en ocasiones..., pero, tú... No lo sé, quizás es por tu cerebro de genio, o lo que sea, pero, de algún modo, entre ustedes siempre parece haber otra clase de comunicación que nadie más entiende. Al menos a nivel palabras y lo que implica pensarlas...

Serotonina [Wilkercest]Where stories live. Discover now