... ❪ dark horse ❫
... La maldición de los héroes amantes se
desatará y con ello una historia de lucha y sacrificios
que se verán obligados a enfrentar como una trágica
historia que vencerían juntos incluso en sus lechos...
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APOLO D'OLYMPUS mortal world. 1998
Llevaba una hora entera mirándola desde la distancia, preguntándose una y otra vez como carajos es que los directivos del orfanato dejaron huir a una de sus niñas más pequeñas.
Esmeralda, su hija, apena tenía cinco y ya sufría la negligencia de los adultos, eso hizo que la sangre dorada de Apolo hirviera, quería hacer estallar aquel orfanato de un solo chasquido por haber dejado ir a su pequeña, pero no lo haría, era consciente de que sería un problemas además estaba lleno de niños inocentes, así que inhaló y exhaló fuertemente varias veces para calmarse y acomodándose su abrigo se en camino a la niña de enormes ojos verde brillante y cabellera roja que balanceaba sus piernas en un banco abandonado de la ciudad.
Apolo notó como la niña lloraba mirando el cielo, la luna de su hermana Artemisa brillaba iluminando aún más los ojos verde brillante de Esmeralda, haciéndole notar al dios del sol la necesidad en ellos. Esmeralda estaba sola, desprotegida, sin comida y con frío, lejos de un lugar seguro que le brinde calidez y apoyo.
Esmeralda se aferraba a una pequeña bolsa de plástico, donde Apolo supo adivinar qué no habían más de dos trozos de pan en ella y un pequeño frasco con un poco de agua. Quizás alguno de los restaurantes egoístas a su alrededor se apiadaron de una niña de cinco años abandonada.
Supo que su presencia cálida y llena de luz llamó la atención de su hija cuando los enormes ojos verde de Esmeralda chocaron con sus orbes dorados, que gracias a la niebla, la niña sólo veía un par de ojos azules brillantes. A través de su contacto visual Apolo vió como Esmeralda se encogió en su asiento sintiéndose insegura frente a él y el estómago del dios se revolvió ante aquello, de repente sintiéndose enfermo de sólo darse la idea de lo que había estado pasando su hija en los últimos días como para que no confiara en su cálida presencia.
Era un calco perfecto de Cyrene, pensó el dios y sintió sus ojos picar, incluso sintió su pecho doler ante el recuerdo de su amada. Apolo decidió tragar en seco y apartar aquellos pensamientos, volviendo su mirada a su hija.
