... ❪ dark horse ❫
... La maldición de los héroes amantes se
desatará y con ello una historia de lucha y sacrificios
que se verán obligados a enfrentar como una trágica
historia que vencerían juntos incluso en sus lechos...
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APOLO. D'OLYMPUS olympus. 2006.
Apolo no entendía como su hija aún estaba viva.
Era un milagro que la pequeña cabeza de Esmeralda siguiera funcionando luego de recuperar sus memorias por completo, aprender la diferencia entre el pasado, el presente y el futuro, lograr manejar de una manera más cómoda el Oráculo, hablar con muertos de vez en cuando y en dos meses de verano terminar un año entero de escuela mortal para luego, sin descanso alguno, ingresar a un nuevo año institucional.
Se sentía orgulloso de tener una hija tan capaz como ella, pero hasta ya empezaba a sentir mucha pena. Los miércoles, cuando Esmeralda llegaba, había veces que se quedaba dormida sobre el hombro de el cuando leían sobre antiguas profecías y Delfos, o incluso una vez se quedó dormida mientras comía.
"Estoy bien, sólo un poco cansada" le dijo antes de desfallecer en sus brazos en un sueño tan profundo y tan fuerte que Apolo se asustó de que su hija haya entrado en un estado vegetativo del estrés. Sólo tuvo que esperar doce horas antes de que despertase de nuevo, se llevó una regañada de Zeus por dejarla dormir en el Olimpo, pero Apolo estaba demasiado preocupado como para dejarla volver al mundo mortal.
A lo largo de estos cinco meses en los que Esmeralda había estado visitando el Olimpo, más específicamente, el Templo de Apolo, habían sido los mejores meses en las larga y antigua vida del dios. No exageraba. Entendía que no debía acostumbrarse a tenerla, pero su pequeña y adorada hija hacían que sus días se iluminen. Irónicamente.
Aunque algunos dioses (Hera y Zeus) ya estaba hartándose de la pequeña copia de cabello rojo y enormes ojos verdes de su tan queridísimo Apolo. Hera ya no soportaba que Esmeralda tuviera la libertad de correr por donde quisiera en el periodo de horas en el que se la pasaba allí, decía que ensuciaba y que ocasionaba disturbios entre las sirvientas. Zeus de por sí ya estaba en desacuerdo con su existencia, detestaba a Apolo por los Oráculos y que su hija sea un oráculo andante le daba jaqueca, sobre todo cuando la niña parecía ser sumamente revoltosa e inquieta.
