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El sonido de la alarma retumbó por la habitación.

El sonido del agua sonó.

Y unos pasos sonoros se escucharon para llegar hacía la cocina.

- Buenos días, señorita Astrid. ¿Cómo amanece el día de hoy?

La nombrada se estiró y se sentó en su puesto predilecto. Dejó el teléfono en la mesa y se dispuso a escuchar a la mujer que tenía a unos metros de ahí.

- Pues... Nada especial. Quiero sentir la mañana con un buen desayuno.- Poso sus manos sobre la mesa- ¿Qué hay de desayunar?

- Wafles.- Astrid presentó una expresión que la mujer leyo perfectamente- ¿Le caliento su avena?

- Por favor.

La mujer se disposo a hacer lo pedido. Ya conocía a la perfección los gustos de su pequeña chica, porque claro, conocerla desde hace mucho la hace tener cosas especialmente para ella.

El desayuno fue servido y Astrid disfruto de su avena y tratando de tener un momento de paz, porque sentía que ese día iba a ser bastante agitado. Y no estaba equivocada.

De momento entró otra de las empleadas, y Astrid sintió que su momento de paz había terminado.

- Señorita Astrid, que bueno que ya despertó. Sus padres la necesitan en el despacho.- Se paró frente a ella, empezando a tener miedo por la mirada de la chica.

- ¿Justo ahora?- Pregunto la otra mujer, que se llamaba Mary. La chica asintió tímidamente.

Se escuchó el sonoro suspiro de Astrid y cuándo dejó la cuchara en el tazón vacío. Dejó todo en la mesa y se levantó tratando de mostrar bueba cara.

- Sabía que mi relajo no duraría. Muchas gracias, Mary como siempre delicioso.- Le sonrió a las mujeres y salió de la cocina.

Vago por los pasillos de la casa como si no fuera la primera vez. Sabía que sus padres estarían en algo importante y más a esa hora del día, cuándo apenas empezaba. Entró al lugar sin tocar y se encontró a sus padres frente el escritorio acompañados de su hermano, el cuál ya hacía en el sofá.

- Buenos días, querida familia.- Fingió una sonrisa.

- Ves, te dije que estaba desayunando.- Reprendió la mujer a su acompañante. El hombre negó con la cabeza.

- Cariño, lo siento por interrumpir tu desayuno. Pero es de suma importancia que estuvieras aquí.- Se disculpó el hombre, su padre.

Sí, todos en esa casa sabían lo importante que era el desayuno para Astrid.

- Ya no importa. ¿Qué es lo que pasa? Desde hace días están bastante extraños.- Se sentó al lado de su hermano.

- Para nada hemos estado extraños, simplemente nos llegó una noticia que nos beneficiará gradualmente a la empresa.- Le contó su padre- Pero claro, si sale al pié de la letra.

- Soy toda oidos.- Los miró atentamente. Su padre e hermano compartieron una mirada y el chico se levantó.

- Querida hermanita, queremos presentarte a los nuevos posibles socios de la empresa Hofferson. Los Haddock.- Presentó y le entrego una revista dónde se veía una foto de dos hombres- Una de las familias más poderosas de Noruega. Aquél que ves ahí- Le señaló uno de ellos-, es Estoico Haddock, un gran hombre con mucho dinero y contactos, conocido por su gran liderazgo y competencia. Y este, es su hijo- Señaló el otro- Hiccup Haddock, un heredero idnato de dicha dinastía. De igual manera con un gran liderazgo y inteligencia ante los negocios.

: PARADISE :Where stories live. Discover now