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—Simpatichnyy, ya, ya —pidió Boris

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Simpatichnyy, ya, ya —pidió Boris.

Habían pasado dos días y yo llevaba ese tiempo con un crisis nerviosa del cómo le diría a papá que me fue así. Llevaba de viaje desde el Domingo y regresaba el martes de la otra semana, para el que quedaban cuatro días.

—¿Cómo le explico ese seis? —pregunté acostándome en su cama.

—Di que la maestra no te quiere y los reprobó a todos y tú de milagro lograste pasar —respondió mientes a le daba un trago a su cerveza.

—No se la va a creer, a él no le importa si los demás se mueren, le importa que yo me muera de mejor forma —expliqué—. Si le digo que reprobó a todos me a decir algo como "¿Qué tan mediocre eres para comprarte con esos inútiles?". Y no estoy exagerando.

—Entonces no le digas nada —sugirió y me ofreció su botella la cual acepté sin dudar dándole un largo sorbo a la cerveza.

—Sé que de cualquier forma se va a enterar —Suspiré una vez me quité la botella de entre los labios—. ¿Cuánto sacaste tú?

—¿En qué? ¿Álgebra? —Asentí y él se rascó el puente de la nariz intentando recordar—. Un seis creo, y ni siquiera estudié.

—Yo saqué seis y estudié —me lamenté quitándole la botella de las manos para darle un largo sorbo—. ¿Tienes extasis? ¿Xanax? ¿Cocaina? Cualquier cosa para dejar de atormentarme.

—No, no —Me quitó la botella y se puso frente a mí tomándome de las mejillas—. No voy a dejar que te drogues.

—Entonces dame mariguana —pedí—. El riesgo de volverme adicta es bajo.

—Pero no cero —Voltee los ojos—. Escucha Sun, no te voy a dar ninguna de esas mierdas porque eres mi novia y me preocupas.

—¿Me dijiste Sun? —pregunté con media sonrisa y él echo la cabeza hacia atrás quejándose por mi pregunta.

Yebat'! ¿Solo eso oíste? —preguntó pasándose una mano por el cabello grasoso.

—Me gusta, Sun, aunque a tu se te escucha mejor por el acento —Sonreí evadiendo la pregunta porque realmente me gustó ese apodo, Sun.

—Ya, ¿oíste el resto? —preguntó cruzandose de brazos y asentí lentamente.

—Sí, te preocupas por mí porque soy tu novia, lo que me parece muy tierno —Sonreí y Boris volteó los ojos—. ¿Me vas a seguir diciendo así?

—¿Cómo te las arreglas para que no me pueda molestar contigo? —Me tomó de las mejillas apretandolas un poco para después dejar un corto beso en mis labios haciéndome sonreír.

—No sé —Me encogí de hombros ya más tranquila respecto al tema de mi seis. Si tenía suerte mi papá no se daría cuenta—. ¿Y si vamos a mi casa?

Bittersweet Tragedy // Boris PavlikovskyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora