Se dice que los opuestos se atraen, no necesitaban de pruebas para comprobarlo porque es algo que todos saben.
Él era un espíritu libre, sabía ocultar sus preocupaciones y le importaba muy poco lo que pasaría con su vida, mientras ella era aplicada...
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Los siguientes días Boris se portó algo frío conmigo, lo que me hizo creer que de verdad le había molestado lo que pasó ese día aunque en sí la culpa no era del todo mía, o eso quería creer.
Ese jueves después de la escuela había regresado sola a mi casa porque mi papá estaba en ella, así que tardarme no era opción.
—¿Cómo te ha ido? —preguntó tan pronto como cerré la puerta a mis espaldas.
—Bien, me ha ido bien, sigo con el promedio de ocho a diez —respondí tragando saliva mientras me quitaba los zapatos para dejarlos junto a la puerta.
—¿Haz tenido exámenes? —Rápidamente me descolgué la mochila buscando el último examen que había tenido que era el de historia y me acerqué a él con la cabeza agachada para entregárselo.
Lo revisó lenta y cuidadosamente, sentía unas inmensas ganas de subir la mirada, pero no podía hasta que él volviera a hablar.
—Bien —Me entregó el examen y tragué saliva subiendo la cabeza—. Más te vale seguir así.
—Así seguirá —aseguré esperando esta vez a que me permitiera subir a mi habitación.
—Puedes retirarte —Hice una breve reverencia y después subí casi corriendo a mi habitación.
Cerré la puerta lentamente y me deslicé por esta hasta tocar el suelo, no me gustaba estar con él en la casa.
Me pasé las manos por la cabeza de forma temblorosa, negar que me aterraba su presencia era imposible, cualquier mínimo error me lo iba a hacer recordar hasta que me muriera.
Respiré profundo al sentir mis latidos acelerados por el miedo que él me provocaba, además de que hacía que mi ansiedad por tener todo el perfecto orden creciera.
—¡Sun-hee! —Tragué saliva pensando en si había hecho algo, en sí había cometido un error el cual no podía recordar—. ¡Baja!
Entonces sentí como si mi corazón se congelarse al pensar en el peor de los escenarios, en los que se enteraba que tenía amigos y no solo eso, sino que eran chicos.
Me levanté sintiendo mis rodillas chocar por que estaba literalmente temblando, sentía la garganta seca, las manos me sudaban y el corazón me golpeba las costilla con fuerza.
Dejé mi maleta sobre la cama y después me dirigí a la puerta para salir de la habitación alisando mi falda con las manos para que no se viera arrugada.
Intenté relajarme, a fin de cuentas podía ser que solo se fuera de viaje, me sentí tonta por pensar en eso hasta ahora así que sencillamente me relajé un poco tratando de convencer a mi ansioso cerebro de eso.
Al llegar abajo se giró a verme y casi suspiré de alivio al ver una maleta a su lado, en señal de que iba a irse de viaje lo que terminó por enviar una gran ola dee tranquilidad a mi cuerpo.
