Extra 1 | Un regalo antes de tiempo

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Extra 1 | Un regalo antes de tiempo


Daniel

Las luces de Navidad de la avenida principal colorean el rostro de Hannah en rojos, azules y verdes que parpadean sin descanso. Sin embargo, las bombillitas que alumbran las calles no brillan, ni de lejos, tanto como su sonrisa.

Le aprieto una mano, cubierta por un guante negro, y ella me mira con cariño antes de tirar con suavidad de mi gorro para que me cubra las orejas. Cada vez que respira, una nube de vaho le sale de la boca.

—¿Tienes frío? —le pregunto—. ¿Quieres que volvamos?

—Estoy bien —dice, y se agarra de mi brazo—, pero sí, me apetece volver ya. Quiero darte tu regalo.

—¿Ya? ¿No hay que esperar a por la mañana?

Hannah se encoge de hombros.

—Podemos hacer una excepción este año.

Me río, pero en lugar de protestar, giro sobre mis talones para abrirnos paso entre las calles llenas de gente. Soy lo bastante impaciente como para que un regalo anticipado me parezca la mejor idea del mundo.

Mañana iremos a Hawthorn Bay a comer con mis padres, y luego visitaremos a su madre y sus hermanas, pero esta noche la pasaremos a solas en nuestro piso.

Llegamos al portal un rato después, y tras una de las puertas de la tercera planta nos recibe un árbol de Navidad —que no tardo en encender— en un saloncito pequeño que da a un pasillo en el que están el baño y nuestra habitación.

Bajo el árbol hay un par de regalos que hemos ido poniendo a lo largo de diciembre, pero cuando cojo uno de los que he comprado yo para entregárselo a Hannah, ella me pide con una mano que me detenga.

—¿No íbamos a abrirlos ya?

—Después de cenar, que mi regalo aún no está completo.

—Bueeeno, vale. —Hago un puchero—. ¿Voy calentando el horno?

Hannah asiente y yo voy a la cocina. El año pasado hicimos una cena más elaborada, pero este no nos apetecía complicarnos la vida: un par de pizzas sin gluten y bombones de chocolate de postre. Algún videojuego y, en general, una noche tranquila entre sus besos y caricias. Tampoco es que necesite nada más para que la Nochebuena sea perfecta.

En cuanto la comida está lista, Hannah y yo nos sentamos en el sofá, el uno junto al otro. Ella pone una peli navideña mientras cenamos y nos tapamos con un par de mantas. Me quemo la boca con el primer bocado y Hannah se ríe un poco de mí cuando protesto, pero me pasa un vaso de agua.

La escucho contarme algo acerca de la oficina en la que hace un par de meses empezó como becaria. Es su primer trabajo desde que terminó la carrera en junio, y está muy contenta con sus compañeros. Además, su jefa ya se está planteando hacerla fija en cuanto se acabe su contrato de becaria.

No puedo decir que me sorprenda, porque Hannah siempre ha sido buena en todo lo que se ha propuesto. La mejor.

Aún quedan un par de pedazos de pizza sobre la mesa cuando el móvil de Hannah vibra y ella se lanza a cogerlo. Mientras responde a quien sea que le ha escrito, aprovecho para recolocar un cojín que se ha resbalado y ha caído al suelo.

—Mierda —murmura, tan bajito que apenas de distingue la palabra, y teclea algo a toda prisa.

—¿Ha pasado algo?

Hannah bloquea la pantalla antes de que pueda ver tan siquiera con quien habla y me sonríe.

—No, nada. No te preocupes. ¿Abrimos los regalos?

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