El lado traidor

3.2K 250 26
                                    

Federer

Mis puños no demuestran piedad ante nadie, ha sido así desde que casi me matan a golpes por darle un poco de tiempo a otro contrincante para recuperarse. Ese día la paliza que me dieron quedó como la peor de todas en más de quince años.

En el mundo real no existe la piedad, la misericordia o lo que sea que hayas querido demostrar, es una invención de los débiles para justificar su falta de decisión.

Las palabras de ese anciano me calaron tan profundo después de eso - junto a los golpes - que decidí no darle un respiro al próximo infeliz que entrara a la arena.

- No seas tan brusco, Federer - ignoro el consejo inútil de Eneas - Romperás tus putos nudillos.

El sudor cayendo de mi cabello, cuello y en cada centímetro de piel debería ser un fiel indicativo del cansancio que mi cuerpo siente. A eso le añado la agonía que mis brazos expresan al endurecerse con cada golpe al saco.

No es suficiente dolor, nunca es suficiente. Sabía que las cosas las hacía bien cuando mi alma entera estaba hecha mierda al día siguiente del entrenamiento.

Salí de ese pozo infernal para no volver, esa maldita isla no volverá a tragarme.

Odio las islas en medio de la puta nada, me enviaron a una en mi cumpleaños catorce y fue lo jodidamente tan traumático como para obligarme a entrenar tres horas seguidas todos los días. El día empezaba a las cuatro de la mañana y no terminaba hasta las doce.

Las pocas cosas buenas que habían las perdimos años después, cuando algo salió terriblemente mal.

- Deja que se rompa el culo si es lo que quiere - mi buen amigo Nial y su opinión que me la paso por el culo.

Ellos no entienden, no vivieron lo mismo que yo y por eso su esfuerzo físico es pobre a comparación de mi nivel.

Nial era uno de los favoritos para ser la cabeza entre los doce. Iba a ser llamado primer maestro del honorable Círculo.

La mierda no puedo ir peor, ni él o nosotros pensamos que alguien oculto en las sombras le negaría algo que de hecho no se merecía.

Es mi amigo, casi un hermano, sin embargo él casi no sufría las consecuencias de las cosas. Comió cada día durante años, otros debíamos ganarnos cada bocado muy a pulso y con el doble de esmero. Dormía como un jodido angel sin miedo a ser despertado en medio de la madrugada para una visita a los viejos.

Eneas no está muy lejos de Nial, él es nieto directo de uno y por eso ya estaba dentro del Círculo antes de nacer o ser concebido.

La diferencia entre los dos es que Eneas no tenía un hermano que intentara luchar por un puesto. Nial sabía que si Steven daba todo lo que tenía, iba a ser selecto sin mirar mucho más o sin tantas pruebas adicionales.

Me sentía tan frustrado, enojado y resentido que al momento de luchar con los dos, casi les rompo parte de sus primas o brazos. Cuando estoy enfadado no controlo nada, y peor si los favoritos estaban mirándome seriamente.

- Unas palabras mágicas podrían detenerlo, pero el por favor y gracias no es algo que tengamos aprendidos - sigo con lo mío, ignorando esas estupideces.

- Yo si, no es que sean del todo mágicas - una pizca de curiosas casi me detiene.

- Dile antes de que tenga que llamar al médico por quinta vez en la semana para que el mismo paciente - se suponía que mis manos no harían nada, ni siquiera limpiarme el culo.

No puedo estar sin golpear la bolsa por días.

- Secuestraron a Gala - ambas manos quedan en el aire, por muy poco me muevo a mover la bolsa con mi fuerza.

Daddy's ClubWhere stories live. Discover now