Cita secreta

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Gala

Coloco el gorro sobre mi cabeza para esconder mi cabellera, la sudadera es amplia y me permite ocultar mi rostro de las miradas peligrosas que podrían alertar a mis daddy's y traer consigo un castigo peor que el biberón o el chupón.

Mi cuerpo tiembla al recordar el maldito corral en el que dormí mi siesta. Es eso o el frío que me cala hasta los huesos.

Corro bajo la lluvia con la mochila colgada en mi hombro, no hay mucha gente en la calle gracias a las feroces gotas que caen del cielo y ensombrecen lo que inició como un buen y luminoso día.

No volveré a creer en las notificaciones del clima, traje la sudadera en caso de que mis daddy's vengan a buscarme tarde de mi "grupo de estudio en la biblioteca". La mentira más simple y menos creíble que se me ocurrió, pero que logró engañarlos.

En fin, mi escape casi milagroso de la mansión de daddy Steven se debió al mensaje que recibí de Nial, el gemelo de mi amoroso pelirrojo y el mayor dolor de cabeza de Teo e Izan. Ambos tratan de mantenerlo lejos de mi en la universidad, ya no es mi profesor, lograron moverlo a otra de las carreras en la universidad al corroborar que se escribía con una de las estudiantes de otro departamento, una actitud no muy ética para los integrantes del consejo.

Ambos fueron hipócritas al denunciar esos mensajes, pero no la relación que hay entre nosotros tres.

Sospeché que mi salida de la mansión no pudo ser así de fácil, menos ahora que parecen querer protegerme hasta de las moscas que vuelan en mi habitación – no miento, ellos fumigaron la propiedad entera - ¿Se volvieron locos? Pensé en esa posibilidad, pero no creo que todos los patitos sigan en la fila desde hace años, menos en el caso de los tres mafiosos que hasta hoy no he visto.

En mi pecho vive un presentimiento extraño, ninguno ha actuado como normalmente lo hace y eso es una mala señal. Tratan de jugar, salir o ayudarme siempre que lo necesito, en las tardes continúan los entrenamientos con Ian; voy a la universidad con daddy Teo e Ivar en las mañanas. De hecho, las cosas siguen normalmente su curso, solo que noté un gran cambio desde hace dos días.

Daddy Alex desapareció desde ayer en la tarde, después de darme de comer mientras estaba en ese horrendo corral de niños.

Iker, Neo y Jerome abandonaron la propiedad un rato antes que el anterior y se niegan a responder mis mensajes o las llamadas que los otros daddy's hacen para localizarlos.

Steven no volvió muy contento del club al que no me permitieron ir, su rostro era la viva imagen del odio, el desprecio y la ira.

Tal vez tienen otras preocupaciones en la cabeza además de mí, no preguntaron mucho a donde iba y menos trataron de enviar a sus guardias conmigo. Me entristecí por un momento, mal pensando en que tal vez perdieron el interés en mí, que una jovencita básica y obediente era la diversión de un rato.

Un día soy su tesoro adorado y al siguiente me permiten salir sin preguntar mucho.

La vocecita en mi cabeza insiste en que este encuentro es una muy mala idea, que su falta de sobreprotección debió obligarme a volver a mi habitación o aceptar la propuesta de León de ir por unos cuantos helados a modo de salida ya que llevaba unos días encerrada.

Pero no, parece que soy fiel admiradora del peligro al ir a una cita con un hombre que todos ellos odian con cada fibra de su ser. Oh no, mi pequeño cerebro de elefante olvidó un detalle muy importante, son tres no uno... ¡No puedo hacer esto!

Me detengo a pocos metros del parque, acordamos que nos veríamos en un lugar público por mi propia seguridad, fue una de las exigencias que impartí para aceptar esta descabellada conversación que no posee razón de ser.

Daddy's ClubWhere stories live. Discover now