—De verdad, lamento mucho la pérdida, pero si no me ayudan, Cassian terminará igual —solté, sintiéndome un monstruo sin empatía.

Teníamos el tiempo contado. Aunque me sintiera mal por ellos, teníamos que salir de ahí pronto y, para eso, necesitaba que Cassian parara de sangrar.

—¿A qué te refieres? —preguntó Troy, alarmado.

—Una bala penetró su traje y está perdiendo bastante sangre. —Miré a Henna, quien seguía concentrada en Zarah—. Sé que es mucho pedir en este momento, pero tenemos que apurarnos, de lo contrario...

—Lo sé —contestó Henna, finalmente. Levantó la mirada y observó lo que quedaba del centro comercial en ruinas, los escombros, el polvo, el ambiente a desidia y muerte—. Solo... no puedo dejarla aquí.

La entendía. Si yo hubiera estado en su posición, odiaría dejar su cuerpo en aquel sitio.

—Yo me encargo —ofreció Troy, arrodillándose frente a ella—. Lo único que podemos hacer por Zarah ahora es sacarla de este hueco, y yo lo puedo hacer. Pero antes, ¿podrías ir con Cassian? Ya es suficiente con que uno de nosotros tuviera que morir, no subamos esa cifra.

Ladeé la cabeza para mirarlo. Era la primera vez desde que lo conocía que lo escuchaba tan mesurado y empático, sin intención de empeorar la sensación de Henna, sin dobles intenciones. Me pregunté si, así como Arcadis les quitaba la humanidad a algunos, también podía otorgársela a otros.

Ambos se miraron con entendimiento y camaradería. Supuse que así es como nos veríamos Cassian, Cayla y yo cuando decidíamos algo o nos apoyábamos. Al final, eran tantos los traumas que vivíamos en equipo, que el vínculo se volvía muy intenso e íntimo.

Henna le pasó el cuerpo de Zarah a Troy con total delicadeza antes de ponerse de pie y buscar el botiquín. Cuando se retiró, Troy se puso de pie con dificultad, cargando a su compañera en brazos. Debo admitir que me conmovió su gesto de apoyar la frente en la sien de Zarah, como si se estuviera despidiendo.

—Troy... —Me acerqué a él—, sé que no quieren dejar el cuerpo aquí, pero es la única opción. No sabemos qué nos espera afuera y necesitas de toda tu movilidad. Además, desde Arcadis seguro vendrán por su cuerpo.

—Lo sé —suspiró—, de todas maneras, le buscaré un espacio mejor para descansar que no sea ese cúmulo de escombros.

Asentí, dando por terminada nuestra única conversación civilizada y me encaminé hacia donde estaba mi equipo. Cayla ya estaba sentada, aunque lucía débil. Henna le indicaba algo a Cassian. Cuando llegué, lo escuché gritar, pero porque Henna había empezado a extraer la bala de la pierna con unas pinzas.

—Si gritas así, vas a delatar nuestra posición —dijo Cayla.

Cassian la miró con odio, pero incapaz de soltar un comentario mordaz. Me acerqué a él para tomar su mano cuando Henna empezó a verter alcohol en su herida. Cassian no volvió a gritar, sin embargo, su rostro se enrojeció y casi se le salen las lágrimas.

—Es solo una bala. En South Rednett muchos dicen que no duele —intenté consolarlo. Él me miró con el mismo odio que le dedicó a Cayla unos segundos atrás.

—Este spray te ayudará a cicatrizar en tiempo récord —indicó Henna. Luego de aplicarlo, vendó su pierna y se puso de pie. Su rostro era serio, sin rastro de las lágrimas que había derramado por Zarah—. Con eso podrás caminar, pero no te recomiendo correr o agacharte aún, a menos que no tengas otra alternativa.

Cassian asintió y lo ayudé a levantarse. Cayla lo hizo sola, pero se notaba que no estaba completamente bien.

Por lo menos no tuve que convencer a nadie para apurarnos. Troy dejó el cuerpo de Zarah en una de las tiendas donde más crecía vegetación; no era mucho lo que podía hacer, pero era mejor que dejarla entre escombros y sangre. Allí, personal de Arcadis debía recoger su cuerpo más tarde. Los demás nos apresuramos a salir del centro comercial, con Cayla ya mucho más ágil y Cassian apoyándose en Troy.

Arcadis: El juego ©Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora