Capítulo 13

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Chimon luchaba pero sabía que Perth era mucho más fuerte y era mejor no enfrentarlo.

-Déjame ir, imbécil.

-No.

La habitación estaba escasamente amueblada. Solo una cama, dos pequeñas mesas y un armario abierto y vacío. Ropa, que Chimon solo podía asumir que era la de Perth, estaba esparcida sobre la cama.

Chimon se encontró de cara contra el colchón con el pesado y desnudo cuerpo de Perth en su espalda deteniéndolo.

-Déjame.

-¿Cuál es tu problema?

Chimon luchaba contra la mano detrás de su cabeza que lo retenía contra el colchón.

-¿Mi problema? ¿Cuál es tu problema? ¿Qué infiernos fue todo eso?

-Exactamente lo que dije. Quiero mostrarte.

-¿Huh?- Chimon luchaba por liberarse con poco éxito.-No te molestes. Déjame ir.

-No hay posibilidad.- Perth murmuró, bajando sus labios para acariciar el sensible punto detrás de la oreja de Chimon-. Te extrañé.

La ira de Chimon disminuyó. Las palabras y la hormigueante sensación en su cuello eran demasiado para eso.

-Déjame, imbécil.

Perth mordió duro su cuello.

-Solo para joderte.- Soltó una de sus muñecas para tomar el pelo de Chimon y tirar su cabeza hacia atrás-. Oh, me gusta tu pelo largo.

Chimon jadeó.

-Jódete.

-Tus deseos son órdenes.- Perth se montó a horcajadas en los muslos de Chimon, manteniendo firmemente el pelo de Chimon entre sus dedos.

Chimon estaba esforzándose en apoyarse sobre su codo para evitar que le arrancara el pelo.

La mano libre de Peth rápidamente fue hacia los jeans de Chimon.

-Solo mírate.- Perth gruñó mientras trabajaba-. Solo pensar en ti me tiene duro. No puedo ver correctamente, quiero estar en tu interior.- Perth salió de la cama, tirando de Chimon y obligándole a ponerse de pie.

Chimon gritó pero no luchó.

-Bájate los pantalones- Perth ordenó, dirigiéndose a una bolsa en la cabecera de la cama.

<<¿Por qué estoy haciendo esto?>> Chimon pensó, incluso cuando obedeció. <<¿Por qué dejo que me trate de esta forma?>> 

¿Quizás porque su corazón estaba acelerado y él también estaba duro como una roca? Sus jeans cayeron a sus rodillas.

Perth encontró lo que buscaba. Chimon vio la familiar botella de lubricante por un breve instante antes de que Perth lo empujara de cara a la cama.

-Deja mi pelo- demandó, frotando su doloroso cuero cabelludo.

-¿Por qué? Lo amo.

-No lo haces.

-No miento. Nunca miento.- Perth se montó de nuevo a horcajadas sobre Chimon y destapó el lubricante.

Chimon sintió el frío líquido en su trasero. Se giró, tratando de ver mejor.

-¡Hey!

Perth lo ignoró. La mitad superior de Chimon estaba cubierta con un ligero suéter que fue empujado hacia arriba. El lubricante entre sus piernas y en su baja espalda.

Chimon se estremeció.

-¿Cuánto de esa cosa estás usando?

Perth sonrió, tapó el lubricante y lo lanzó a la cama.

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