🥀 Capítulo 18. Anverso

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Reverso

Lo que los criminales (temporalmente libres) vieron:

―Nos toca hacer el trabajo sucio, si morimos no pasa nada. Todo por el capricho de un egocéntrico principe.

― Dios. Es un Dios de hecho.―Le dijo el tímido al engreído mientras atravesaban el portal que se les fue obligado a entrar.

―Al menos...Volvimos a ver la luz del sol. ―A pesar de la situación, y sobre todo a pesar de no haber podido ver a Simón, Ricitos respiraba con gusto el aire de Saurtok, sonreía como un pequeño niño cuando sale por primera vez al parque después de tanto tiempo estando encerrado en su cuarto.

Cuando pasaron el portal, su gusto por respirar se desvaneció, la peste y el poco aire habitaba en Letresi, el mundo de dónde provenía todo el desastre, el causante de la guerra se escondía allí, en alguna parte.

―¿Cómo suponen que encontremos al causante del caos?¿Buscando alguna clase de anomalía en este mundo?― El engreído se frotó las manos para tomar calor y atacar a sus enemigos con el fuego que lo consumía, estaba siendo protegido por Ricitos y el chico tímido en lo que se preparaba para lanzar una gran ola de fuego.

No tardaron en deshacerse de sus enemigos, algo de dientes por ahí, un poco de fuego por allá y fingir ser uno que otro aliado hizo que vencerlos fuera pan comido.

Ricitos suspiró con una sonrisa enorme en su rostro, hacía tiempo que no peleaba con tanta libertad, o mejor dicho, hace tiempo que no peleaba.

Ese mundo no tenía color alguno, era gris y si mucho tenía uno que otro color que destellaba gritando y pidiendo al menos un poco de atención.

Un color en especial llamó la atención del engreído, era de un verde fosforescente, una clase de pintura creada con aerosol que tenía la forma de un ojo, era como una clase de botón el cual se escondía entre varias piedras amontonadas.

El engreído le hizo señas a sus compañeros para que le siguieran el paso, los tres caminaron silenciosamente hasta esa anomalía. De lejos parecía una simple pintura, pero una vez cerca, era demasiado parecido a un botón.

―He encontrado la anomalía,¿eh?― Susurró con un tono de egocentrismo en su voz. Aplastó el botón y una puerta bajo sus pies se abrió, las piedras que estaban ahí como decoración desaparecieron dando lugar a un enorme hoyo en el que cayeron los tres chicos.

Cayeron en una clase de contenedor con algodón blanco, eran un montón de plumas de ganso que estaban ahí para amortiguar la caída de quién entrara.

Los tres se miraron e intentaron no carcajearse, no sabían quién podría estar ahí. Salieron con mucho cuidado del contenedor y caminaron hacia adelante, lo único que había era un pasillo recto el cual tenía en las paredes luces pegadas a los lados que iluminaban gran parte del pasillo.

Al finalizar el pasillo se encontraron con una enorme habitación, estaba llena de computadoras y tecnología avanzada.

Escucharon el golpe de una puerta y luego la conversación de dos personas a lo lejos, buscaron desesperados un escondite con la mirada, corrieron hacía un punto que parecía ser seguro: un armario.

Los tres se pusieron de acuerdo y corrieron hacía ese mueble de tamaño estándar, que de milagro estaba vacío y escondido en una esquina de la habitación, por lo que no llamaba para nada la atención. Una vez dentro, se golpeaban unos a los otros, estaban demasiado apretados, habían entrado de golpe.

Una Estúpida Historia ©「Excluidos」Where stories live. Discover now