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Will, el hermano menor de Richard, estaba estaba jugando con unos amigos de la escuela en el patio de su casa. Esos niños ya sabían que Will no era una niña sino un varón debido a que el hermano menor de Richard se los contó, y fácilmente lo respetaron. Pero a Will se le olvidó decir que era un secreto de amigos, y se dió cuenta del error que cometió al ver al hermano mayor de uno de sus amigos mirándolo fijamente, como si Will fuera una presa indefensa a la que él estaba por devorar.

El hermano mayor de Marcos, uno de los amigos de Will, se llamaba Enrique, y ambos eran conocidos por venir de una familia muy religiosa. Y cuando Enrique se enteró de la situación de Will, corrió a buscar a su hermano menor y "reparar" a Will.

—Marcos, ¿Que haces acá?—Preguntó Enrique, con el rechazo en sus ojos.

—Juego con mis amigos, ¿Ya tengo que irme?—Se quejó Marcos.

—Si, no quiero que te involucres con esta niña...—Dijo señalando a Will, que lo miraba confundido.

Marcos miró a su amigo y suspiró enojado.

—¿Por qué?

Enrique, molesto, empujó a Will de una forma tan fuerte que este cayó al suelo y empezó a gritar del dolor.

—Está cometiendo un horrible pecado, no aceptar lo que Dios te da.

Marcos y David, el otro amigo de Will, miraron el suceso aterrados. David, el chico de rubio cabello, empezó a gritar por ayuda. Marcos miraba con ira a su hermano mayor, que solo sonreía victorioso.

Richard, que estaba en su cuarto con George hablando de trivialidades, se apresuró a abrir la puerta y ver qué sucedía.

Su cara se tornó a una de espanto al ver a su hermano menor tirado en el piso, sangrado y llorando del dolor. Richard y George se apresuraron a levantar a Will y llamar a una ambulancia.

—Que... ¡¿Que paso?!—Preguntó muy confundido el ojiazul.

—E-enrique...— Consiguió susurrar su hermano, antes de desmayarse.

Al escuchar el nombre del dichoso adolescente, Richard se volteó a ver a Enrique, que lo miraba sereno.

—¡¿Que hiciste, imbécil?!

Enrique solo suspiró tranquilo mientras se acercaba a Richard con aires superiores.

—Lo que tuviste que haber hecho al enterarte de que tu hermana es una anormal.

Richard levantó su cabeza furioso, estaba rojo por la bronca y podía sentir como su ira recorría todo su cuerpo. El Richard que no quería problemas había muerto, el nuevo Richard solo deseaba una cosa: venganza.

Se abalanzó a Enrique y comenzó a golpearlo, olvidando todo sentido de paz. Marcos gritó aterrorizado y se abrazó a David, que estaba igual se asustado. George tenía en brazos a Will, esperando temeroso a la ambulancia.

Enrique gritaba llorando, aterrado de que Richard lo mate. Richard veía todo negro, lo único que pasaba por su mente era el destruir la cabeza de Enrique por insultar y dañar a su hermano menor.

—¡Basta!¡Richard, por favor!—Imploraba desconsolado. Richard hacía caso omiso, había tocado a su hermano y eso bastó para darle una trompada grande como una casa.

Después de unos minutos de solo golpizas y alaridos, finalmente terminó de destruir a Enrique al darse cuenta de que el hermano del golpeado estaba mirando. Richard se lastimó los nudillos y Enrique terminó con la nariz rota, los ojos magullados y la boca desfigurada.

—¡Viene la ambulancia, Ringo!—Dijo George, un poco mareado por lo que vió. —Hay que llevar a Will y... a Enrique.

Ringo dejó tirado a Enrique y le escupió en la comisura de la boca.

—No vas a decir nada, ¿Me oíste?—Lo miró amenazante.

—...—Enrique no podía hablar, pero asintió con la cabeza débilmente. El hermanito menor de Enrique captó el mensaje también y quedó con la boca cerrada.

La ambulancia apareció y unos enfermeros se llevaron a Will y a Enrique, no dejaron entrar a Richard pero dijeron que llamarían por el teléfono fijo cuando Will se encuentre mejor. Richard tuvo que darle el número de teléfono de los padres de Enrique a los enfermeros y rezaba que no le cuente nada de lo que pasó porque ahí estaría en grandes problemas.

Una vez que se fué la ambulancia y David se haya ido, George miró a Richard estupefacto.

—Ringo, no sabía que podías pelear...

Richard suspiró mirando al suelo. Se volteó para ver a George y caminó hacia él. George estaba sentado en los escalones del frente de la casa del más bajo de los dos y Ringo tomó asiento justo al lado de él.

—No me gusta la violencia, pero es que... En el momento en que ví a mi hermano tirado en el suelo, y empujado por ese pelotudo... No sé, ví todo negro.— Confesó mientras observaba sus manos rojas por la cantidad de golpizas que dió. Miró a George apenado y a este se le cayó la mirada al ver al ojiazul tan avergonzado por lo que sucedió. El más alto decidió rodear el hombro de Richard con su mano y atraerlo a sí.—Mi hermano pasó por mucho, no me puedo imaginar una vida en la que él sufra.

George lo miró comprensivo y lo atrajo más a sí. Richard se quedó apretado a George hasta que sintió que la desesperación se iba y lentamente se calmaba. El ojipardo abrazó con ambos brazos a Richard, y este solo pudo suspirar levemente.

—Podés dejar salir todo, yo te escucho y te entiendo. Cuando se meten con alguno de mi familia todos colaboramos ayudando a ese familiar herido.

—Will ahora está en el hospital... Pude haberlo ayudado, ¡pude haber prevenido eso!— Se dijo el ojiazul mientras dejaba caer un par de lágrimas.

—¿Ringo?¡Ringo! No es tu culpa y vos tanto como yo lo sabés. Ese chico claramente no es de mente abierta y reaccionó de la forma más estúpida posible.—Respondió el ojipardo, para luego dejar que Richard apoye su cabeza en el hombro.

—Tengo un sentimiento de culpa horrible, siento que pudo haber hecho algo antes de que eso pase.—Lamentó Richard.

—No podés estar siempre al pendiente de Will, te quedaste charlando conmigo y de la nada apareció un chico que dejó en el hospital a tu hermano. No creo que pudieras haber hecho algo para evitar eso. —Continuó George.

Después de unos minutos de lamentos y quejas, Richard se recuperó lo suficiente como para poder levantarse y seguir.

—Gracias... por escucharme.—Susurró Richard mirando el cabello oscuro de George.—Nunca me abrí demasiado con mis amigos, es raro poder hablar tranquilamente de tus preocupaciones con otro hombre...

—Bueno, en mi familia somos todos abiertos. Si yo me siento mal emocionalmente puedo decirle a mi papá y este me puede ayudar y apoyar.

Richard lo miró maravillado.

—Que lindo, yo no puedo abrirme ni con mi mamá. Nunca está en casa.

—Ahora estoy yo para puedas abrirte y hablar de tus cosas conmigo. —Sonrió El ojipardo.

—Gracias, Georgie...—Agradeció Richard sonriente para luego abrazarlo como tantas veces hicieron.

—Nunca me apodaron antes, me gusta.

Ambos se rieron y subieron al cuarto de Richard para volver a conversar de cualquier cosa.

°todo mi amor...° 【starrison】Where stories live. Discover now