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Richard y George estuvieron conversando acaloradamente por un buen rato, hasta que se hizo la hora adecuada para ir a buscar a Will, hermano de Richard.

Entonces, el dúo inseparable caminó hacia el hospital, que estaba a solo diez minutos. Llegaron y automáticamente empezaron a buscar a Will, mirando a todos lados con la esperanza de encontrarlo. Preguntaron en la entrada del hospital por la habitación en dónde se encontraba y fueron llevados a la habitación donde se encontraba el niño. Will, al ver a Richard, con lágrimas en los ojos lo llamó para que se siente a su lado. Richard obedeció.

—Ringo, mirá lo que me hizo. —Susurró débilmente el pequeño de ojos azules. Richard le quitó suavemente la sábana que cubría el delicado cuerpo de su hermano.

Richard quedó mudo al ver el brazo derecho de su hermano, tenía un yeso que escondía el antebrazo y parte de su bícep y trícep.

—Enrique... Ese tarado las va a pagar.

—No. —Se negó firmemente, y lo agarró del brazo. —Ya tuvo suficiente, y tenemos que decirle a nuestra mamá lo que pasó.

—Cierto, me olvidé de llamarla.—Richard abrazó por la cintura a su hermanito y comenzó a sollozar.

—¿Que pasa..?

Richard, con los ojos un poco rojos, lo miró.

—No te protejí. Lo único que tuve que haber hecho...

Will lo hizo callar con un dedo en los labios de su hermano mayor.

—Me duele el brazo, Ringo... Ese chico seguro quedó peor que yo. —expresó el más pequeño de la sala.

Ambos rieron entre lágrimas, George los miraba con ternura. Richard fue pisoteado por muchas emociones al mismo tiempo. George imaginó sonriente a Richard tirado en la cama, durmiendo plácidamente luego de ese tan ajetreado día. Al segundo dejó de sonreír, le extrañó que estuviera imaginando algo tan distinto como eso. Debería estar conversando con Richard y Will. Pero no pudo evitar seguir imaginando a Richard, muerto en la cama, abrazado de un cuerpo, el largo cuerpo de George. Cada vez se sorprendía más al imaginarse, en contra de su voluntad, a Richard llorando en su hombro. Buscando el abrazo cálido que solo George sabía dar.

En la sala hacía frío, hasta sus labios llegaban a tiritar. Pero sintió un amoroso calor en su pecho, George llegó a pensar que estaba sudando. Jamás se sintió así. George se tocó una de sus mejillas y, en efecto, estaba colorada.

George se quedó callado como tantas veces y miraba la escena tan emotiva de Richard de rodillas abrazando a Will, que lloraba en silencio sobre de la castaña cabeza de su hermano.

[...]

Se hizo la noche.

Richard habló con su madre, la noticia de que su hermano menor se quebró el brazo no fue nada grata para su tan buena mamá. Su madre quedó horrorizada al saber por qué fue el golpe. Ella se quedó en el hospital, hablando con Will. Mientras, Richard y George estaban sentados en la vereda de afuera del hospital, conversando como siempre.

De la nada, Richard se calló. Miró a George a los ojos y se acercó más a él. El ojipardo lo miró confundido.

—Gracias, Geo. Significa mucho para mí que te hayas quedado conmigo. Nunca conocí a alguien tan bueno como vos.—Agradeció, a medida que se acercaba, George sentia un estremecimiento fuerte que nunca sintió en su vida.

George sonrió por la comisura del labio. Y rodeó el hombro de Richard con su brazo.

—No me agradezcas, para eso estoy, para apoyarte... Rings.

Ambos se quedaron callados y duros como piedra por ese momento, se miraban el uno al otro con una intensidad nunca antes vista. Los amigos se observaban atentamente, sobre todo a los ojos. Ninguno sabía que estaban haciendo o que estaba pasando entre ellos.

Ambos se sentían en un sueño, y que en cualquier momento iban a despertarse.

George tomó la iniciativa, se apegó a Richard, este solo soltó un quejido casi inaudible y se volvieron a quedar quietos. Rozando sus narices, sintiendo el entrecortado respiro del otro. Se miraron otra vez, más atentos que un león fichando a su presa. Se acercaron más, cerraron sus ojos, y justo en el segundo en el que iban a besarse, un crujido de alguna rama tirada por ahí los despertó del alocado sueño que estaban viviendo.

—¿Geo?¿Rich?—Los llamó una voz muy conocida, y muy curiosa.—¿Que hacen ustedes dos acá?

El dúo se separó al instante, dando un saltito hacia atrás. Miraron a todos lados hasta encontrar el dueño de aquella voz tan familiar.

—Paul... ¿Que haces vos acá?

—Fuí al súper a comprar unas verduras. —Respondió el de ojos hazel, acercándose a la confundida pareja. —Vivo a dos cuadras, era obvio que pasaría por el hospital... Ahora, ¿que hacían ustedes dos par de tortolos tan pegados, mmh?

George quedó mudo, bajó la cabeza y sonrió avergonzado. Richard se rió nervioso y se paró de golpe.

—No hacíamos nada... Hablábamos. —Mintió el más bajo de todos, ruborizándose. Paul los miró dudoso, sabía que mentía.

—¿Seguro?—Cuestionó, levantando una de sus tan cuidadas cejas.

—¡Si!¡Seguros!—Contestó George, levantándose bruscamente de la vereda.

—Digamos que les creo... ¿Porqué están en la vereda del hospital?

En ese momento, Richard dejó todos sus nervios y automáticamente se puso triste. George se acercó a él y lo miró apenado, sintiendo cómo la tristeza de Richard se la transmitía a él.

Richard le explicó a Paul lo que pasó con su hermano, le contó sobre el hueso roto, la pelea, todo. Paul lo miró boquiabierto. Richard recibió el apoyo de Paul y ambos se abrazaron como los amigos que son.

—Gracias por el apoyo, Paul.—Dijo el ojiazul, Paul sonrió.

—De nada.

George los miraba emocionado, pero en el interior de su consiente no dejaba de pensar en lo que pudo pasar con Richard. Pudo haberlo besado. Tocarlo, sentir su calor entre sus tan frías manos. No sucedió. Simplemente no se dió.

°todo mi amor...° 【starrison】Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin