El alfa lo había mirado en silencio desde la puerta, tenía una expresión en el rostro imposible de descifrar, quizá de tristeza o repulsión, a final de cuentas era sobre su hijo del que estaba hablando.

Ese día su corazón latió con tanta fuerza, temía que el alfa pudiera escucharlo.

—No. —tenía la misma manera pausada de hablar que Taylor. —Él no vendrá y tú no podrías ir a verlo porque él ni siquiera estará en Castrum.

Su frente se arrugó. Intentó procesar aquello, pero simplemente no pudo, seguía sin poder reflexionar qué estaba pasando.

—¿Por qué no estaría? Quiero decir, él... Él es el Sargento.

—Lo cierto es que yo lo envié al campamento para qué me demostrará que podía ser alguien responsable y aunque lo ha hecho, cometió faltas. Será enviado a otro campamento.

Asintió con la respiración descompuesta. Había caído en cuenta que no le pidió un número de teléfono, ni memorizo el de la cabaña, ni siquiera una red social.

—Nick, no deberías volver a hablar con él. No creo que sea buena influencia para ti, mi hijo suele ser... Un imbécil con sus relaciones.

Un imbécil en general. Lo sabía.

—¿Relaciones? —su rostro se elevó y sus ojos se quedaron casi fijos sobre el alfa.

—¿No te lo dijo?

—¿El qué?

—Se fue a Castrum después de cancelar su boda, sabía que no podía tener un compromiso... —William se había quitado el gorro que llevaba puesto. —Dalian me dijo que eras un buen chico, supongo que ahora entiendo el porqué lo hizo.

—¿Y por qué fue?

—Taylor necesitaba distraerse, tener algo en lo que entretenerse o alguien en el cual perder el tiempo para olvidar su ruptura.

—Y yo era perfecto para esa tarea.

—Yo no tenía idea. —avanzó unos pasos hacia él y Nick tuvo que retroceder. —Dalian me aseguró que eras buen muchacho y que necesitaba tu lugar en la cabaña 28 para un nuevo recluta... Yo te vi y quedé impresionado por tu dedicación, creí que serías un buen compañero y harían un gran equipo.

Y así había sido. Lástima que ahora sabía que solamente fue una distracción, el entretenimiento de un alfa dolido.

Días después conoció a Freddy, quien era el guarida. Resultó ser un beta mayor, demasiado amable y carismático. No tardó mucho en encariñarse con él, bajaba por las tardes para hacerle compañía y comer en silencio a su lado, luego volvía al departamento y se perdía en sus pensamientos.

William fue días después, llevó suministros y le dejó más dinero.

—Taylor me había pedido que te los entregara, se me ha olvidado dártelos el otro día.

—Gracias, pero no considero que sea necesario. He hablado con mi hermana y me iré con ella a vivir en unos días.

—¿Tienes hermana?

«No»

—Sí. —le había sonreído. —Celia, así se llama.

Esa no era una mentira, pudo contactar con Celia y Gilbert, resultó que Celia se presentó como alfa y Gilbert, él no había corrido con tanta suerte después de estar hospitalizado. Se iban a ir los tres, lejos, en busca de una nueva vida.

—Bueno, supongo que eso está bien para ti. —dejó el sobre en la mesa. —Le puedes dejar las cosas a Freddy.

—Bien.

No se fue ese día, ni el siguiente, ni el siguiente, y durante el resto de los días que permaneció allí, dormía y despertaba esperando encontrarse al alfa, verlo cruzar por la enorme puerta o fuera de los ventanales, pero nunca sucedió.

A veces únicamente era el ruido del aire, otras los gatos y cuando corría con suerte William aparecía tras la puerta.

Verlo era como esperar que un día Taylor apareciera en su lugar...

Y eso nunca sucedió.

Así que escapó. Aun a pesar de ya ser libre.

No recibía ningún tipo de información sobre el alfa y comenzó a desarrollar odio hacia el Teniente, porque de no ser por él, jamás habría conocido a Taylor, no de aquella manera.

Y tal vez jamás se hubiera enamorado de él.

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Maktub •Taynic Galikhar•Where stories live. Discover now