Al estar de nuevo frente a Zafiro seguía pensando una respuesta para darle pero antes tenía que asegurarse de que su madre estuviera fuera de peligro.

  - No voy hacer ningún movimiento hasta que no suelten a mi mamá.

  -¿Y quién me garantiza a mí que después de que suelte a su madre usted va a cumplir su parte del trato?

  - Mi palabra. - Contestó Amelia mirándolo fijamente.

  - Ja, ja, ja qué buen sentido del humor, cada vez me cae mejor, es más, si sigue así le voy a entregar a su madre sin un solo rasguño.- Dijo irónicamente riendo frente a sus matones.

  - Voy a estar en la casa mañana, cuando llegue al sitio que uno de sus hombres lleve a mi madre a un lugar público y que todo el mundo la pueda ver.

  - Sí eso puede pasar, podemos llevarla pero ¿Quién me garantiza a mí que cuando haya soltado a su madre usted tenga esos documentos en su poder? - Preguntaba Sebastián.

  - Una fotografía del teléfono, cuando me disponga a sacar los documentos de la caja fuerte yo me tomo una foto y se la mando y en ese momento ustedes sueltan a mi madre.

  - ¿Y yo le mando una foto soltando a su mamita? - Contestó riendo para burlarse de ella.

  - No, no se moleste, alguien de confianza va a estar ahí para comprobarlo. En el momento que suelten a mi mamá y sepa que está completamente a salvo procedo con el robo y cuando tenga los documentos se los mando a donde usted pida, eso sí, que sea un lugar más agradable y mejor que este donde me puedan matar sin que nadie lo vea. ¿Si me entiende?

  - Ajá.

  - Si esas no son las condiciones no hay negocio y si es ese caso máteme ahora mismo porque desde ya le advierto que no voy a ceder.

  - Perfecto. - Contestó Zafiro.

  - ¿Acepta mis condiciones?

  - Aceptadas.

  - En otras condiciones de la vida usted y yo nos habríamos llevado tan bien...

  - En otras condiciones de la vida señor Fernández, lo habría matado.

  - ¿Sabe lo más irónico de la vida? Que usted es lo que es gracias a mi.

La diabla se levantó de la silla para  mirarlo con desprecio y en ese momento sabía que lo tenía todo perdido pero debía hacer esa última vuelta en la que confiaba que todo saliera a su favor y pudiera acabar con toda esa pesadilla en la que estaba metida.

  - Espero que después de esto nos deje en paz y no sepa nada más de usted. - Le dijo Amelia con la mirada llena de rabia.

  - No se preocupe que será la ultima vez que sepa algo de mi. - Respondió Zafiro.

  - Como siempre es un placer hacer negocios con usted Diabla. - Dijo sus últimas palabras antes de marcharse ajustándose el nudo de su corbata mientras que le vendaban los ojos de nuevo.

Cuando ya no la tenía de frente Zafiro llamó al Hierro para informarle de los últimos acontecimientos.

  - Hierro, ya está todo listo para el robo, dígale a la Tuerta que haga su trabajo desde la cárcel y vístase de negro porque a La Diabla la matan mañana.

  - No creí que la fueran a encontrar tan pronto Zafiro. - Respondió el Hierro al otro lado del teléfono.

  - Su madre ayudó mucho al trabajito para encontrarla.

  - Supongo que ya la tiene en sus manos.

  - La Diabla está entrando derechito a su muerte.

Y así lo hicieron, la soltaron en el mismo lugar en que tuvieron la cita y a partir de ese momento todo lo que hiciera era a contrarreloj porque su madre estaba en peligro, quería contarle la verdad a Luisita y tenía que terminar con todo antes de que Zafiro les hiciera daño a ambas.

Lo que en ti veoWhere stories live. Discover now