14. Confianza

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Se bajó de la cama cuando no sintió a Jeongguk junto a él. Mientras se tallaba los ojos somnoliento, lo buscó por la habitación hasta que lo encontró fumando en el balcón. El Alfa fumaba con frecuencia cuando estaba estresado por el trabajo. A pesar de que Jimin le había dicho que era dañino para su salud, siempre decía que fumar lo ayudaba a pensar.

Estaba de espaldas al pelirosa, con los brazos sobre el barandal y la mirada al frente, contemplando las edificaciones a la lejanía y sosteniendo el cigarrillo encendido entre sus dedos.

Expulsó una nube de humo y se extendió frente a su rostro, sacándole una mueca al Omega.

—¿No dejarás de fumar aunque yo te lo pida? —Inquirió con la voz ronca, rodeándole la espalda y apoyando las manos en su abdomen desnudo. La temperatura de su cuerpo se sentía contra sus manos, tibia.

—Estoy... haciendo un esfuerzo por dejarlo —Contestó, suspirando pesadamente y viendo el cigarro entre sus dedos con una mueca —. No quiero que esta mierda dañe mis pulmones, pero me es imposible sentirme relajado sin él.

—Quiero ayudarte a dejarlo. Puedes comer otras cosas para reemplazarlo e ir dejándolo poco a poco. ¿Y si pruebas con las paletas de cereza? —Metió el rostro en el hueco de su cuello, rozando sus labios contra la glándula de olor.

Jeongguk puso su mano entorno a la suya, entrelazando sus dedos con cariño.

—Prefiero los caramelos de durazno —Murmuró con una sonrisa torcida, se volteó y apagó el cigarrillo en el cenicero sobre la mesita a su costado —. O el sabor de tus labios...

Se inclinó un poco y lo besó, sonriendo en medio del beso al mismo tiempo que Jimin se deshacía entre sus brazos, pudiendo sostenerse de su espalda con fuerza.

Su cuerpo se llenaba de un sentimiento efervescente que le cosquilleaba los dedos y le quitaba el aliento, cada vez que Jeongguk lo tocaba, se sentía así. Como si no pudiera vivir con alguien más o en otro lado. Como si su vida perteneciera a él y junto a él.

El Alfa se había convertido en su hogar y en su mayor apoyo. Sin pedir nada a cambio, había aceptado hacerse cargo de sus gastos como si fuera su responsabilidad. Y a pesar de que al principio estaban atados a un contrato, Jimin se sintió especialmente apoyado y respaldado por el castaño. Como si sus lobos se hubieran aceptado al conocerse, sus partes humanas no tardaron en reconocerse y sus corazones se correspondieron de inmediato.

Y se sentía tan bien eso, que ninguno pensaba en abandonar al otro, no cuando se querían con tanta intensidad.

Se separaron y pegaron sus frentes, con los ojos cerrados y las respiraciones apaciguadas.

—Tengo que aclarar algunos puntos de nuestra relación —Habló Jimin, separándose un poco de Jeon y viéndolo a los ojos con ternura, causando una expresión de duda en él —. No te angusties, no es nada malo.

Jeongguk apoyó la espalda baja del barandal y atrajo a Park consigo, para que sus cuerpos estuvieran lo suficientemente juntos y pudieran compartir calor corporal. Eventualmente olvidaron el frío del invierno.

—¿De qué quieres hablar?

—De mí, de ti, de nosotros.

—Te escucho —Asintió, observándolo con sus ojos grandes.

Suspiró suavemente.

—La vez que llegaste a mi casa de sorpresa, que por cierto, casi me matas de un susto...

—Perdón —Dijo seriamente, pasándole la mano por el cabello rosado.

Negó débilmente con la cabeza, restándole importancia.

ÉL ME BESÓ Y SE SINTIÓ COMO SI RENACIERA | GGUKMINWhere stories live. Discover now