12. Todo lo que quiero para Navidad es...

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Era 25 de diciembre.

La nieve cubría las calles de asfalto, los techos de las casas y los autos. Las temperaturas se mantenían bajas y cada rincón de la ciudad estaba decorado con adornos de Navidad, como lucecitas de colores, Santa Claus y galletas de jengibre.

Jimin miraba su alrededor maravillado. Por las noches, el centro de Gangnam brillaba y se oían los villancicos por doquier. Las familias salían a pasear vistiendo ropas abrigadas, sin dejar que el clima helado arruinara sus planes de disfrutar de una noche como esa.

Una sensación calida se instaló en su pecho cuando escuchó la voz susurrante de Jeongguk sobre su oreja.

No había entendido lo que dijo, por lo que frunció los labios confundido.

—Perdón, ¿qué dijiste? —Inquirió distraído, bajando la mirada a sus manos entrelazadas.

—Te decía que conozco un lugar que vende el mejor chocolate caliente del mundo —Contestó el Alfa, dándole un apretón en la mano.

—¿El mejor chocolate del mundo? —Repitió con suspicacia y Jeon asintió con orgullo, besando los dedos fríos de Jimin —. Eso suena curioso.

—¿Por qué curioso? —Miró hacia arriba, donde unos árboles se alzaban con unas lucecitas blancas rodeándolos.

—Porque no existe un lugar como ese. El mejor chocolate caliente lo preparas tú.

Lo siguió con la mirada. El perfil del castaño era una de las cosas que nunca podría dejar de contemplar. Sus facciones marcadas resaltaban. La curva de su nariz y los labios captaron toda su atención. Se hacía más atractivo por cada segundo que seguía mirándolo.

Jeongguk lo miró, esbozando una sonrisa ladina. Tenía las mejillas rosadas por el frío, y un mechón de su cabello se alzaba rebelde sobre su frente.

Extendió el brazo y lo quitó de su rostro, tratando de que se quedara quieto. El Alfa lo atrajo por la cintura y dejó su mano de largos dedos sobre la espalda baja del pelirosa. Le agarró la mano y besó el dorso, inhalando una bocanada de aire pesada.

Se acercaron sin darse cuenta, perdidos en los ojos contrarios.

El castaño le puso la mano en la nuca y terminó chocando sus labios de golpe. Jimin suspiró sobre su boca en el momento en que sintió la lengua del Alfa buscando la suya. Podía deshacerse entre sus brazos si quisiera, pero prefirió tomarlo del cuello y pegarse a su pecho, dejándose llevar por sus sentimientos. Que se extendían como una llama ardiente por todo su cuerpo, buscando acallar sus sentidos hasta el punto de arrebatarle el aliento.

Se separaron cuando recordaron que estaban en un lugar público, y en cuanto se sonrieron entre sí, las personas se habían detenido a mirarlos.

Algunos aplaudieron y otros se rieron.

Entonces Jeongguk volteó hacia un lado. Habían estado cerrando el paso del público en medio de la acera. El camino no era muy estrecho, pero dos bancas y un par de árboles a los costados de la acera tomaban la mitad del espacio.

Jimin soltó una risa nerviosa y jaló al Alfa de la manga para seguir caminando hacia la tienda. Jeongguk no dejó de acariciarlo en todo el camino.

Cuando llegaron, supo que no era una tienda sino un puesto, un food truck de color marrón con una barra de madera. Solo habían dos trabajadores; una señora de la tercera edad y un chico de cabellos rizados.

Sin querer soltarle la mano, Jeon pidió dos chocolates calientes especiales mientras conversaba animadamente con el muchacho. Supo que era un Omega por su olor dulzón. Tenía los ojos grandes y grises, y su aura juvenil le indicaba que no pasaba su edad.

ÉL ME BESÓ Y SE SINTIÓ COMO SI RENACIERA | GGUKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora