6. Celo del Alfa

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Jeongguk había preparado el desayuno para ambos después de que se ducharon por separado y salieron del baño. Por insistencia del Alfa, Jimin se había puesto ropa de él luego de haberse bañado, pues el hombre detestaba la idea de que volviera a colocarse su ropa de la noche anterior.

Se colocó unos pantalones gruesos color blanco, un suéter negro esponjoso que no parecía de su estilo y sus tenis. Se aseguró de que su cabello rosa estuviera bien, así que se lo peinó con las manos y bajó a la cocina.

Olía delicioso. Como a pan recién horneado y dulce. Cuando llegó a la cocina, vio a Jeon frente a la estufa mientras tarareaba una canción por lo bajo y la música salía de los altavoces. No logró identificar la canción. Era lenta y hablaba del amor no correspondido.

Tratando de hacer silencio, se sentó frente a la isla con las manos bajo la barbilla y se dispuso a contemplar lo que tenía en frente. Podía ver su espalda ancha descubierta y apenas tenía puesto unos shorts de pijama. Su cabello castaño claro estaba perfectamente peinado.

Lo que realmente lo embobó, fue ver cómo el hombre tambaleaba sus caderas al son de la música lenta y relajante, subiendo el tono de voz al cantar y fusionándose con la voz del cantante.

Sonrió de lado y su corazón se oprimió con una sensación que no reconoció.

Entornó los ojos y bostezó, apoyando mejor la cabeza de la palma de su mano. Acomodándose mejor en la silla acolchada y olisqueando las feromonas del contrario en el aire. Cuando se dio cuenta de ello, se avergonzó consigo mismo.

Pensó que podría quedarse en ese momento para siempre. Escuchando la hermosa voz del Alfa y oliendo su aroma a pino. Se sentía acogedor, como si se encontrara en el lugar y el momento indicado.

La canción se acabó y Jimin deseó seguir oyendo su canto por mucho tiempo más.

—Buen día —Murmuró el pelirosa, pasándose una mano por su pelo mojado.

—Creo que ya nos dimos los buenos días, rosita.

Dio un saltito en su puesto y su rostro se calentó completamente. Tenía razón.

—No está de más volver a dar los buenos días —Abultó los labios cuando sus miradas se encontraron, causando que su corazón se acelerara.

—Eso es cierto —Lo señaló con el dedo lleno de salsa, el cual se llevó a la boca y lo lamió —. ¿Tienes hambre?

—Sí.

—Qué bien, porque yo no.

Frunció el ceño.

—¿Cómo no puede tener hambre? La comida más importante del día es el desayuno. Además, fue hace varias horas desde la última vez que comió, debería tener hambre.

—Ya yo comí —Soltó con simpleza, agarrando un plato vacío y colocándolo frente a él. Jimin hizo amago de preguntar —. Te comí a ti.

Entreabrió los labios y miró a otra parte, nerviosísimo. Tomó una bocanada de aire entrecortada cuando sintió el peso en su pecho.

Se aclaró la garganta.

Tamborileó los dedos sobre el mesón, sintiendo la mirada pesada de Jeongguk sobre él. En su vida Jimin no había conocido persona más descarada y directa como el señor Jeon. Por lo que, no había tenido que aprender a lidiar con comentarios sexistas y vergonzosos. Lo cual, de alguna extraña forma, no lo incomodaba del todo.

No lo incomodaba al punto de que le causaba repulsión, no. Solo lo ponía nervioso, lo tomaba desprevenido.

No sabía cómo reaccionar a sus comentarios soeces. Suponía que debía aprender a lidiar con ello, porque había aceptado un contrato que recordaba no haber firmado.

ÉL ME BESÓ Y SE SINTIÓ COMO SI RENACIERA | GGUKMINWhere stories live. Discover now