8. Sorpresa inesperada

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—Estudien las lecciones que hemos visto estas últimas clases que haré un examen oral la semana que viene.

—¿Qué día, profesora? —Preguntó un estudiante.

—Es sorpresa.

Jimin se colgó el bolso del hombro y salió del salón, suspirando con cansancio y sintiendo como los párpados se le cerraban. La noche anterior no había dormido más de tres horas, ya que había estado estudiando Histología hasta tarde.

Debía llegar a su casa para comer lo más rápido que pudiera, dormir un rato para levantarse como nuevo y seguir haciendo el trabajo escrito de inglés y luego estudiarlo. Así que tenía un día ocupado.

Cuando llegó a su casa, se quitó los zapatos en la entrada y los colocó junto a la mesita donde ponía las llaves. Se quitó la bufanda que rodeaba su cuello y entró a la cocina para beber un vaso de agua fresca.

Se quedó viendo a la nada, repasando en su mente todo lo que debía hacer para la Universidad esa semana. Tenía que entregar el trabajo escrito de inglés y explicarlo, debía hacer una lámina para la exposición del jueves y escribir dos ensayos para el viernes. Lo bueno de todo eso era que no debía trabajar en la tienda de conveniencia por las pequeñas vacaciones de Navidad, así que no se preocupaba demasiado.

No se percató de la presencia de su abuela hasta que alzó la mirada.

—Hola, hijo.

—Hola, Omma —Sonrió suavemente.

—¿Tienes hambre? —Se acercó a la estufa —. Hice fideos de ramen.

—Sí, por favor.

Hace más de un mes que tenían que comer fideos al menos una vez por día. Se turnaban para preparar las comidas e incluso hubo ocasiones en las que no cenaban más que carne del día anterior y arroz blanco, ya que la clientela había dejado de asistir al taller que mantenía el abuelo porque la gente consideraba que era un hombre viejo y lento, incapaz de hacer su labor sin tomarse demasiado tiempo.

Decidieron disminuir las raciones de comida para que Jimin pudiera pagar la matrícula de la Universidad, aunque él había estado en desacuerdo por todo ese tiempo. No podía objetar frente a sus abuelos, ellos siempre tenían la razón.

Su jefe de la tienda le dio la última paga de ese año antes de darle las vacaciones, pero la gastó en un mercado que duraría lo que restaba de diciembre. Incluyendo la cena de fin de año.

El dinero que recibía de la cafetería tampoco ayudaba mucho, así que la mitad del pago lo tomaba para pagar la Universidad y la otra mitad para artículos de higiene personal. Su abuelo le daba la otra mitad del dinero de sus trabajos en el taller, lo cual era de mucha ayuda.

Así habían vivido por dos años.

—¿Cómo te va con las clases? —Le preguntó su abuela, entregándole un plato hondo con fideos y sopa.

Agarró los palillos que le ofreció.

—Supongo que bien —Sumergió los palillos en el ramen y se llevó un poco a la boca, masticando antes de contestar —: Está delicioso.

Si bien estaba aburrido de aquel sabor, realmente sabía delicioso. Y no quería hacer sentir mal a su segunda madre, así que no debía ser sincero con ella.

La mujer le sonrió, llevándole una mano al cabello.

—Si pudiéramos pagar algo más rico, te prepararía todo un festín para ti solo. Pero temo que no tenemos el dinero suficiente, hijo.

Su corazón se oprimió. Él quería darles una mejor vida a sus abuelos, por eso había aceptado el contrato con Jeongguk. Dejó los palillos a un lado de la taza y empezó a rebuscar el pago que le había dado el señor Jeon la noche anterior. Le había pagado 200 dólares en efectivo y los otros 200 en una transferencia.

ÉL ME BESÓ Y SE SINTIÓ COMO SI RENACIERA | GGUKMINWhere stories live. Discover now