62: Tres y uno en camino

4 2 0
                                    

Tres y uno en camino
Lillie Torres

 Tres y uno en caminoLillie Torres

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—La cuna no debería ir de ese lado. No me gusta.

—A mi me ha gustado —respondió Dani.

—A mí igual —lo apoyo Santi.

—Ya, nadie les ha preguntado si les ha gustado o no, su opinión importa muy poco —respondió Pamela, con un tono poco agresivo.

—Es fácil cuando se juzga desde la distancia —respondió Daniel.

—¿Quien lleva la bebé adentro? —preguntó Jenny— Exactamente, Lillie, no tú, mejor no opines

No pude evitar reírme. Estábamos discutiendo por la ubicación de la cuna. Las chicas apoyando mi opinión y los chicos debatiendo. Santi estaba escuchando atentamente el debate, eso hasta que empezaron a hablar de espíritus y almas y que la cuna no debería ir de tal lado porque es malo. Santi los calló negando.

—Bueno, cada uno tiene su punto —comentó—, pero que ninguno de ustedes va a dormir en esta cuna, será mejor preguntarle a la propietaria.

Santi se acercó a mi, yo estaba muy a gusto sentada en el mueble con un plato de fruta picada mientras veía la decoración que hacían los chicos.
Mi esposo se arrodilló quedando a la altura de mi barriga.

—Avery, cariñito, tendrás que elegir —le habló a mi barriga—. Solo patea una vez para saber que quieres la cuna justo donde está.

Me empecé a reír. Avery no había pateado ni una sola vez, el doctor decía que era muy perezosa para hacerlo o solamente tímida.

—Sabes que es muy tímida para patear, no lo va a hacer.

Entonces sentí como me pateó con determinación. Mis ojos se engrandecieron asustada y divertida.

—Ah, me acaba de patear —confirme sorprendida.

Agarré la mano de Santi y la puse debajo de mi costilla, justo donde había sentido su patada, entonces lo volvió a hacer, volvió a patear con más fuerza que la primera. Santi le empezó a hablar con ternura, alborotándola y consiguiendo más patadas. Al final, la cuna quedó en el lugar que quería, había ganado la madre de la criatura y todos debían soportar. Los chicos ya se habían encargado de poner los muebles, un librero con libros infantiles y un peluche enorme que Jenny le había obsequiado a mi pequeña. Al final del día la habitación había quedado hermosa, me encantaban los colores pasteles que le daban ese toque infantil.

—Ha quedado divino, veo que no necesitaron de mi ayuda —Candace comentó.

Todos estábamos en la cocina, unos estorbando, otros mirando y los más importantes cocinando. Ya, yo miraba desde la distancia lo que preparaba nuestro chef Santi con su torpe asistente Dani, a la final Jenny agarró fuerzas para echar a su ex y tomar su puesto de asistente en la cocina. Dani estaba haciendo un desastre con la menestra, así que agradecí a Dios por poner a Jenny al frente, sino, no comíamos esta noche, seguro.

Mi exilio con la abuela 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora