El espíritu del equinoccio

92 4 0
                                    

Asami se encontraba colocando la ofrenda del día de muertos en su mansión, colocaba varias veladoras junto a una fotografía que tenía de su madre, Gertrudis le había traído varias calaveritas de dulce y de chocolate las cuales colocaba a lo largo de todo el altar, retrocedió algunos metros para observar desde diferentes ángulos la ofrenda que estaba armando, tomo varios papeles picados de diferentes colores colocando los alrededor de la mesa que había ocupado como altar, estos papeles le daban un toque bastante colorido y coqueto, colocó diferentes floreros a los cuales les puso flores de cempasúchil, después procedió a tomar varias de esas flores con ese típico color naranja y las coloco en todo el contorno de la ofrenda para darle una apariencia más bonita, volvió a retroceder para observar cómo iba quedando el altar colocando su mano derecha en su barbilla de manera reflexiva.

—Va quedando muy bien mi señora, le hace falta la comida y el dulce de calabaza.— dijo su ama de llaves colocando se junto a ella observando la ofrenda.

—Asi es le falta la comida además del pan de muerto.— dijo la joven todavía con un semblante pensativo.

—Ya tengo casi listo el dulce de calabaza. ¿Va a querer que le dé un poco a usted también?— Asami miró directamente a su ama de llaves con una sonrisa infantil.

—Claro que si me encanta como preparas el dulce de calabaza, mínimo tengo que comer un plato de eso.— Gertrudis le devolvió la sonrisa acariciándole el cabello, cada año y la joven degustaba aquel platillo que preparaba.

Durante el resto de la tarde  Asami se dedicó a tallar una enorme calabaza que tenía que cargar con ambas manos para poder levantarla, le saco todo el relleno y le hizo una cara bastante espeluznante con un cuchillo mientras que comía un plato del dulce que había preparado Gertrudis.

—Veo que este año decidió tallar una calabaza aún más grande, me doy cuenta que disfruta mucho haciéndolo.— dijo el ama de llaves retirándole el plato del dulce de calabaza que ya se había acabado.

—Si es algo que me gusta mucho hacer porque mi mamá y yo lo compartíamos año con año, ella fue la que me enseñó cómo hacerlo, solía decirme qué en el pasado todos los pueblos de la nación del fuego solían tallar una calabaza y colocarle una veladora en su interior para después colocarla en la entrada de sus hogares para que de esta manera los espíritus no entraran dentro de sus casas.— decía la joven mientras que terminaba de tallarle una sonrisa con colmillos.

—Si había escuchado que en la antigüedad solían tener esa tradición, me da gusto que mantenga viva esas tradiciones, si me necesita estaré en la cocina.— el ama de llaves termino por acariciarle los hombros retirándose.

Cuándo la joven terminó de tallar la calabaza ya era bastante tarde y había oscurecido, decidió colocarla junto a la ofrenda encendiendo una veladora en su interior y de esta manera resaltaba aún más la cara que le había tallado, encendió las otras veladoras que había colocado junto al retrato de su madre, sin embargo una vez que las había encendido un fuerte viento las había apagado, esto la desconcertó, más volvió a encenderlas y una vez más otra fuerte ventisca las volvió a apagar, miró en diferentes direcciones buscando la fuente de aquel viento dándose cuenta que la ventana que se encontraba al fondo estaba abierta, camino para cerrarla y una vez que realizaba aquella tarea algo saltó al Marco de la ventana haciendo que saltar a del susto.

—¡¿Qué rayos es esto?!— al Marco de la ventana había brincado un gato pinto blanco con negro que tenía  unos relucientes ojos amarillos.

—¿De donde As salido?— Asami le mantenía la mirada a aquel felino que en un momento abrió sus fauces mostrándole sus afilados colmillos con un bostezo para después maullar.

Korra x AsamiWhere stories live. Discover now