25. El zorro y el sabueso

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Las cuerdas de mi bajo vibraban de forma pausada mientras mis dedos intentaban memorizarse el camino de acordes que el vagabundo me había mandado a memorizar a la par de Taylor.

Oswald tenía un acuerdo con el dueño de Underground, por lo que nos prestaban el lugar para ensayar los días de semana. Era complicado coordinar los horarios de ensayo con los del colegio, sobre todo cuando Michelle no podía llevarme hasta allí y me tocaba tomar el colectivo que demoraba una eternidad en pasar.

Estire mis piernas sobre el sofá de terciopelo en el cual yacía recostada, Taylor reposo sus ojos sobre los míos mientras su voz se alzó por encima del sonido de su bajo. Perjure prestarle la mayor atención posible sin tener que quitar la vista de las cuerdas que se mantenían en constante contacto con mis yemas.

—¿en qué piensas? Luces sería.

—en que si no nos aprendemos al menos los primeros minutos de esta canción para hoy Oswald nos matará.

—vamos, puedes decirme.— insistió, ignorando mis palabras. —tú no te encuentras así por ello, no soy un amigo tuyo de la secundaria para que me mientas con tal descaro. ¿Que sucede, Coffe?

Sonreí, quitándome el sombrero ante su habilidad para ver los pequeños detalles. El pronombre que me había asignado me hizo cosquillas en el paladar, provocándome una pequeña carcajada.

¿Con que cara me iba a reír de los apodos de Daisy ahora?

—bien, si estás interesado en un poco de drama adolescente te dire.

—soy todo oídos.— contestó mientras se quitaba el cigarro de la boca y lo apagaba contra el cenicero que había colocado por encima de su ombligo. —¿ves? Toda mi atención en ti.

—Michelle no ha ido a clases hoy, tampoco me ha escrito.

—tal vez se encuentre durmiendo, no es para tanto. ¿No cuentas siempre que ella se desvela con videojuegos y esas cosas? Probablemente solo se pasó de rosca y ya.

—es probable.— bufé. —sabía que era una estupidez.

—claro que no, Coffe.— negó el rubio. —es normal preocuparte por las personas que quieres. Tan solo espera un par de horas más para sacar conclusiones, vas a ver qué antes de que el sol se ponga un mensaje suyo caerá entre tus notificaciones.

—¿y si no cae?

—pues ve hasta su casa.— respondió sin más. —te sabes la dirección, ¿verdad?

—claro, dormí allí una vez.— recordé.

—¿una vez?— cuestionó levantando una de sus cejas.

—si, una vez.— remarque. —¿cual es el problema?

—ninguno.— ladeó la cabeza hacia los costados mientras una sonrisa burlesca se formaba entre sus labios. —una vez...— susurró entre risas.

—¡Taylor!

—¡¿que?!— rió. —solo digo, que "una vez" son muy pocas veces para un noviazgo.

Mis mejillas enrojecieron y lo maldije por aquello, mi temperatura corporal comenzó a elevarse. ¿Noviazgo? ¿Ella y yo? ¿De donde había sacado eso?

—nosotras no mantenemos ningún noviazgo.— solté con lentitud las palabras de mi boca. —por lo que "una vez" me parece una cantidad bastante razonable.

Él dejó de tocar, curioso ante mi comentario.

—¿Michelle no es tu novia?

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