20. El comienzo de todo

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—¡ya voy!

Grite mientras me dirigia hacia la puerta principal de mi hogar.

Los golpes constantes contra la madera no paraban de sonar, no podía dejar de maldecir en mi mente a aquella persona que tocaba la puerta con tanta perseverancia.

Mi rostro palidecio al encontrarme a aquel hombre de cabello largo observándome desde el otro lado.

—linda casa.— Ozzy se quito las gafas que cubrían gran parte de su rostro, su par de ojos celestes apuntaron hacia mi de forma despectiva. —¿por qué sigues de pijama? Son las cuatro de la tarde.

Baje la vista hasta las pantuflas en forma de tiburón que adornaban mis pies, ofendida.

—es sábado, idiota.— refunfuñe. — ¿de donde sacaste mi direccion?

Antes de que Oswald pudiese responder mi incógnita, Michelle se adentro en mi campo de visión, colocándose a un lado del vagabundo que venia a pedir limosnas.

—me amenazó con que si no lo traía a donde vives te bajaba de la banda.— aclaro Michelle.

—¡¿y como te contacto a ti?!— proteste, con una mueca de confusión genuina en el rostro.

—¿están tus padres?— Pregunto Ozzy en su lugar, respondiendo con otra incógnita. Mientras avanzaba hacia mi, queriendo pasar la delgada línea entre la alfombra de bienvenida y los tablones de madera. —si tienes padres. ¿Verdad?

—¡¿que crees qué haces?!— gruñi mientras me colocaba en medio del marco de la puerta evitando que siguiese avanzando.

—eres menor de edad.— aclaró. —Si quieres formar parte de la banda, necesito hablar con tus tutores legales.

Lleve ambas manos hasta mis ojos, restregandome sobre ellos. Me acababa de despertar y era demasiada información para mi cerebro en desarrollo.

—mi padre esta trabajando.— respondi, intentando deshacerme de él.

—¿y tu madre?

—quien sabe.

El pelinegro se cruzo de brazos, con la paciencia agotada.

—niña, en tres días tenemos un concierto. No puedes subirte arriba de un escenario sin la aprobación de tus padres.

—ya lo hice una vez. ¿Que tiene de malo dos?— me encogí de hombros. —¿que es lo peor que puede pasar?

¿Que se supone que debía decirle a mi padre? ¿que se suponía que debía decir con respecto a como nos conocimos? ¿Como le explicaba que me escape por la ventana de mi habitación estando castigada y termine tocando con un par de desconocidos en un antro de la zona más peligrosa de la ciudad?

Pasaba, en verdad pasaba.

—una denuncia Piper, una denuncia es lo mínimo que me puede caer encima por tocar junto a una menor de edad sin la autorización de sus padres.

—¿no pensaste en ser abogado? Eres demasiado aburrido como para ser estrella de rock.— alce una ceja. —oficinista tal vez.

—Piper, solo déjale hablar con Emanuel.

Mis ojos fueron a parar de forma inmediata a la pelirroja que se habia recostado en una de las columnas de la entrada.

—¿y tu en que momento agarraste suficiente confianza como para llamar a mi padre por su nombre?

—Ema, Emanuel, Machiatto, señor, padre de Piper, suegro, ¿que más da?— una sonrisa amenazó con salir de entre sus comisuras, sin embargo no lo hizo. —si recuerdas que tu padre y el mío trabajan juntos, ¿no? Confianza es lo que sobra. Ya somos colegas.

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