CAPÍTULO 26

26 1 0
                                    

Nan

El trabajo en el bar era muy diferente a lo que me había imaginado, pensé que estaría en un ambiente hostil donde todo el tiempo tendría que estar con los ojos abiertos esperando lo peor, y por algún motivo, también sentía que mis compañeras de trabajo serían muy similares a Francia y a Violet pero ha sido todo lo contrario. Por un lado, los clientes son en lo que se cabe decir decentes, no intentan tocar o proponer algo, solo se les escapa una que otra mirada lasciva que sueltan cuando ya están pasados de copas y quieren ir a la otra sección del bar donde están las chicas que... bailan y prestan más servicios. Esa parte en particular ha sido la más difícil de procesar, saber que después de un par de horas hay chicas en mí mismo lugar de trabajo que su oficio es bailar para tipos adinerados y morbosos que luego les pueden pedir más.

Sin embargo, he tratado de verlo con madurez desde el punto de vista que me han brindado las otras chicas, es solo un trabajo y a ellas nadie las está obligando, eso dice G
Gissella, la chica que me dio mi uniforme y me enseñó cómo era el trabajo desde hace una semana; la primera vez que lo escuche, la naturalidad con la que lo dijo me perturbó un poco y que las demás chicas solo asintieron con la cabeza me aprecio más frívolo aun. Pero después de estar unos días en el "ambiente" puedo decir que ya convivo de una u otra forma con la idea y ya no me parece tan aterradora. Algo que me ayudó bastante fue hablar con una de las bailarinas que abiertamente me dijo que de vez en cuando accedía a darle más que un baile al cliente si le gustaba lo suficiente y si la paga lo ameritaba, eso fue más que un balde de agua fría pero también fue una terapia de choque para que de algún modo me diera cuenta que las chicas que estaban en este lugar no eran esclavas o alguien las estaba obligando a hacer algo que no quisieran. De cierta forma... de igual forma, eran empleadas igual que yo, que lees ofrecieron un empleo y aceptaron, manejábamos horarios diferentes y oficios diferentes y aunque para mi el hecho de ganar dinero teniendo sexo me parecía horroroso y sumamente degradante, yo no podía juzgarlas.

- Chica. Es mi turno. - Dijo Jissela entrando al cuarto de empleadas donde cada una tenía un casillero, había una mini cocina y un sofá de piel que era tan cómodo que apenas llegaba mi descanso corría a acostarme quince minutos, como en este momento, solo que llevaba treinta y no quince. Había sido una noche muy ajetreada, un tipo del club de campo había ganado un partido de polo o algo por el estilo y habían venido a celebrarlo aquí. No tengo ni idea de cómo se libraron de sus esposas, ya que estos eventos son familiares, lo digo por experiencia propia, pero habían estado desde las ocho de la noche y ya era casi la una y no tenían para nada ganas de irse... por lo que vi antes de entrar a descanso ya un par estaban en la otra zona del bar.

- No puedo creer como se pasa media hora tan rápido. - Dije bostezando y me levanté del delicioso sofá para cumplir con la última hora de turno y poder irme a mi casa... o a la de Thomas si venia por mi. Los primeros días me preguntó si podía pasar por mi como si necesitara algún permiso, después por algún motivo deje de hablarle por chat, no quería incomodar o que se sintiera en la responsabilidad de venir por mi o algo así, y él tampoco me habló. Pero cuando salí de turno a las 2am el viernes pasado estaba ahí... y así ha sido hasta el momento, no le he dicho que venga pero tampoco que pare de hacerlo... y la verdad no quiero. Entonces solo salgo del bar y una parte de mi se emociona como si fuera una niña pequeña cuando está al frente esperándome con cara de amargado hasta que me ve y sonríe.

- Sip nena... los descansos no se sienten cuando llevamos cinco horas atendiendo borrachos pero ya casi vamos a casita. ¿Te llevo o tu misterioso novio vendrá por ti?- Dijo riéndose a propósito. Ya varias veces le había dicho que Thomas solo era un amigo pero ella seguía insistiendo.

- No lo sé. Y no es mi novio. - Me limite a contestar mientras abría la puerta.

- Seguramente porque tu no quieres. Un chico no te recoge todos los días a la madrugada solo porque sí. - Lo último que escuché fue otra risa cuando me fui.

TE ESTABA ESPERANDOWhere stories live. Discover now