CAPÍTULO 18

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Thomas

No había  sentido esa sensación de miedo y lo que se le podría llamar preocupación desde que era pequeño y tenía que mostrarle a mis padres que los necesitaba mi maestra el día siguiente por mi mal comportamiento. Claro, en otras ocasiones había sentido algo similar o hasta peor. Cuando recuperé la conciencia después de la sobredosis y tuve que enfrentarlos, contarles cada cochinada que había hecho y los motivos que me llevaron a perderme en los excesos del trago y droga, eso me rompió es otro nivel de vergüenza y miedo. Ver sus caras llenas de lágrimas y con tanta impresión al verme deshecho en una cama mientras les rompía el corazón y todas las ilusiones de lo que era su hijo...eso me dolió más que toda la mierda que mi cuerpo sentia despues de que me lavaran el estómago y me hicieran cuanto procedimiento médico se pudo para que no me muriera. La única cosa peor que esa o simplemente recordarla, es volver a ver esa mirada en sus rostros o percibir que sienten la duda de que volví al camino equivocado, de que no he cambiado, como en este momento.

- No tienes que mentirnos, solo queremos saber dónde está la camioneta. Donde esta de verdad.- Dijo mi padre con una voz serena que no tenía efecto tranquilo cuando miraba sus ojos llenos de reproches.

- Ya les dije la verdad. Estaba con una amiga y se le presentó una urgencia. Lo más sensato que pude haber hecho era ofrecerle un coche que está parqueado hace meses para su urgencia. Pero si no creen esa versión no puedo hacer nada. - Tire mi cabeza contra el espaldar del sofá y apreté los ojos. Ya había pasado la última hora explicando a qué hora porque y a qué Nan se había llevado la camioneta, claro sin decir su nombre o los detalles privados de su emergencia. Y mental y físicamente ya estaba cansado de dar cada argumento, razón y comentario que pude para que me creyeran. No importaba lo que dijera conseguía lo mismo, una mirada desconfiada de papá acompaña por los suspiros de decepción de mamá que caminaba por la sala sin mirarme.

Después de que Nan se llevara la camioneta y yo me sintiera más confundido y orgulloso de mi por el gesto más desinteresado que había tenido con alguien en mi vida, vino la angustia de que dirían mis padres cuando notaran que el jeep no estaba en el garaje, porque sabía que sería algo muy parecido a esta persecución.  Desde que se enteraron de toda la mierda que metí y de todas las cosas de mierda que hice en ese periodo, una parte de su confianza, por no decir toda, desapareció. Si llegaba un poco tarde se preocupaban al nivel de regañarme a gritos durante días, si dormía mucho o poco lo relacionaban con consumo de alguna cochinada y lo mismo con la comida, si un día demoraba un plato y luego no me apetecía repetir estaba mal e insistían en llevarme al médico. Y en parte los comprendo, yo fui quien provocó su desconfianza y sus constantes dudas, por poco y me muero. Cualquier padre empieza a sobre proteger después de eso, pero comprender el motivo de sus inseguridades...no hace más fácil tolerarlas.

- ¿Nos dirás la verdad si o no?- Pregunto esta vez mi mamá con más hostilidad.

- Ya la dije, pero está bien si no se fían de mí. -Ake levante del sillón- Si no pueden creerme solo porque no confieso algo como que le di el auto a un contrabandista o lo cambie por droga no tengo más que decir. No mentiré por el simple hecho de que ustedes no me crean. Así que nos vemos en la noche, ya me tengo que ir al puerto, y si no me creen que realmente voy ahí pueden seguirme o llamar al supervisor de la entrada.

- Oye muchacho no nos hables así. -Mi papá habló con calma pero con una mirada profunda que me decía que me callara. - Hablaremos más tarde  y quiero la camioneta aquí antes de la media noche.

- Ok. -Dije tomando mi maleta. - Por si sirve de algo, hable con mi amiga esta mañana y traerá la camioneta hoy. Creo que ella está más ansiosa de devolver la camioneta que ustedes de tenerla de vuelta.

Y eso era totalmente cierto, cuando me desperté lo primero en que pensé fue llamar a Nan para preguntarle cómo había salido todo con su padre y como se encontraba, pero ella ya me había dejado un mensaje donde me decía que estaba muy agradecida por la camioneta y que solo debía decirle a qué hora traerla. El único problema era que yo aun no le había contestado. No quería que simplemente me devolviera la camioneta y se fuera, quería pasar un rato con ella, saber cómo estaba y si podía ayudar en algo...Y bueno, también admito que la idea de poder juguetear con ella en mi camioneta hace que mi flujo sanguíneo aumente debajo de mi cremallera. Y que eso te pase en una conversación con tus padres no es solamente terriblemente imprudente sino sumamente vergonzoso.

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