Capítulo 20

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Narra Brad:

El lunes cuando llegué por la mañana no me encontré con la chica en la cual había estado pensando toda la mañana; ni tampoco estaban sus amigos. Me decepcioné; todo eso resultaba una sola cosa.
Me senté en mi asiento; y como si el día no tuviera sentido sin ella puse mi rostro entre mis manos en plena clase, ¿Que hacía? Yo nunca era de esa manera.
- ¡Brad!- exclamó la profesora. Levanté la mirada. Ella se acercó a mi vacilante - ¿Que te sucede?- me preguntó mientras los demás hacían sus tareas. Miré hasta su puesto; vacio, solo, como había estado toda la mañana.
- No he podido dormir bien, maestra- mentí. Ella no estaba, ¿Que se supone que haría? El día pasó tan lento como una tortuga cruzando el mundo entero. Nada de risas; nada de sonrisas al verla. Nada de su humor sarcástico o sus preguntas, nada de ella. No podía ser verdad. Al salir de clase me dirigí hacía donde el director. Toqué la puerta cortés y el hizo una señal para que yo entrase. Se encontraba recostado en su silla.
- ¿Que pasa Brad?- me dijo amable. Le miré; no andaba de humor ese día.
- Necesito el número de ____- le dije. Él frunció el ceño confundido. No quería dármelo, ¡Mierda!- Lo necesito, director, he quedado en estudiar con ella hoy pero ha faltado, me gustaría preguntarle si está bien.
- ¿A si?- preguntó levantando ambas cejas haciendo que mis mejillas se pusieran coloradas. Sin embargo; valió la pena porque me dio el número de teléfono que tanto estaba buscando.
Salí de allí lo más rápido que pude y comencé a marcar desesperado; me detuve durante unos instantes para sacudir mi rostro, intentando controlar mis hormonas y emociones. Quería saber porque no había llegado; quería escuchar su voz. Su risa. Había esperado todo el fin de semana para que fuera lunes y poder por fin escuchar como me ofendía de una manera completamente dulce, y ahora que se supone que era el momento, ella desaparecía como si nada. Primero hacía que mi ritmo cardiáco acelerase con su sonrisa, ¿Y ahora?
Los sonidos de espera se escucharon quince veces durante tres llamadas. Nada. Decidí intentar una cuarta vez; mi madre siempre dijo que la tercera era la vencida; pero a la mierda la tercera.
- ¿Hola?- preguntó una voz. Era ella; pero no era ella realmente. Su voz sonaba rasposa, pero a la vez no. Fruncí el ceño.
- ¿____?- pregunté. Pude oir ruido detrás de ella; eran sus amigos, pero no podía entender que decían.
-¿Quien eres? Espera, ¿Eres un unicornio? Que clase de unicornio me llama a esta hora de la noche- comenzó a reír desesperada. Algo andaba mal.
- ¿Estás drogada?- fruncí el ceño.
- Por dios si- rió nuevamente. Mi corazón comenzó a latir con fuerza, ¿Como se le ocurría hacer eso? ¿Que sucedía si algo le pasaba? ¿Estaba loca acaso? Me tomé el puente de la nariz con mis dedos y suspiré lentamente- ¿Sigues ahí unicornio?- sentí como le daba pequeños golpes al aparato.
- ¿Donde estás?- le pregunté. Ella comenzó a reír nuevamente.
- No te lo diré, unicornio malo- dijo ella. Sin embargo sabía que no podían estar muy lejos... ¿O si? ¿A donde irían? Ella comenzó a reír nuevamente- Chicos, ¿Adivinar que? El unicornio quiere saber donde estoy- rió nuevamente y la voz de sus amigos riendo se escuchó por todas partes.- No le diré que estoy en tu casa Connor, no llores- dijo de repente. Eso era, ¿Que lejos podria estar la casa de Connor? Colgué el teléfono y me dirigí hasta la dirección; me quedé unos diez minutos esperando a que el director saliera de la oficina para yo poder entrar. Mi corazón latia con fuerza;
Connor Ball. Connor Ball. Connor Ball. Busqué por todas partes hasta que encontré su ficha; anoté la dirección en un papel y salí corriendo de allí. Cogi el primer taxi que encontré; al ver la dirección frunció el ceño, y no entendí porque. Simplemente me recosté. Cuando noté que me había llevado una calle de distancia; entendí el porque.
Sin embargo, se lo agradecí.
Me bajé lo más rápido que pude y comencé a buscar el número 199 por todas partes hasta que vi la casa; suspiré y una gran bocanada de aire entro salio de mi esperando que esa fuera la casa. Si le pasaba algo me culparía por el resto de mi vida a pesar de que era todo menos mi culpa.
Di tres pequeños golpes a la puerta y escuché como la chica reía; sin embargo era la casa de Connor.
La puerta se abrió y vi su rostro; hermoso, despeinado, y sonriente como siempre estaba. Sonreí para mis adentros y vi como sus amigos dentro me miraban embobados; si no estaban drogados, pues entonces no había otra explicación. ¿Donde estaban los padres del chico cuando se les necesitaba? ¿Aue conducta era esa que no les preocupaba que su hijo tuviera? Entre y cerré la puerta.
- ¿Que sucede?- pregunté. ____ comenzó a tocar mi rostro. Tenía los ojos rojos al igual que los chicos. Negué con la cabeza. Algo debía hacer. No podía simplemente llevarme a ____ y dejarlos allí.
- Yo a ti te conozco- me dijo divertida.
- Estás drogada- la miré. Ella asintió y me abrazó.
- Te estaba esperando- me dijo poniendo sus brazos entre los míos. Se sentía bien; pero no haría nada con ella mientras esté drogada. Los chicos parecían ser un problema menor porque James se había acostado encima de Tristan y encima de él Connor; intentando dormir un poco. La miré a ella. Seguía intentando hacer algo.
- Vamos- le dije mientras la subía a mi hombro. Ella comenzó a subir mi camisa mientras yo intentaba bajarla. Busqué una habitación por todas partes; pero solo vi la cocina y una nota en el refrigerador: "Te hemos dejado comida congelada, nos vemos en dos días, te amamos; mamá y papá"
Fruncí el ceño; seguramente se habían ido. Lo más probable. Volví a fijar mi vista en mi chica y encontré la que probablemente era la habitación de sus padres; tenía una enorme cama de dos plazas y una tele en frente. La recosté allí. Un momento, ¿Había dicho mi chica?
- No te vayas- me dijo cuando yo me estaba levantando. No pensaba dejarla sola.
- No me iré... - le aseguré- simplemente llamaré a papá para que no se preocupe.
- ¿Eres Brad?- preguntó.
- Si- dije aclarando mi garganta mientras sacaba el movil de mi mochila. Me senté nuevamente a su lado y comencé a marcar. Ella tiró de mi camisa y me acercó, susurrando palabras en mi oído.
- No le digas a Brad que te dije que es guapo- rió divertida. Sonreí.
- Descansa un poco, bonita...- le dije mientras acariciaba su cabello y la miraba; Dios mío. Que hermosa era. Mis ojos brillaban por lo que tenía en frente; no había ser más perfecto en el mundo entero.
- Espero que Brad también piense que soy bonita- rió nuevamente.
- ¿Por que?- pregunté.
- No te lo diré, tu se lo contarás todo, conozco como eres Gloria, eres una chismosa.
- ¿Gloria?- pregunté confundido- No, soy Brad.
- Ay, Gloria, ¡Que cosas dices!
- ¿Estás bien?
- Gloria- dijo de repente. Tragué saliva al ver su mano tocar la mía; me estaba volviendo loco en esa habitación. Sentí a los chicos roncar.- ¿Tu crees le gusto a Brad?
- ¿Para que lo quieres saber? Pensé que no te agradaba.
- Es para que crea que no me gusta- rió divertida. Me acomodé a su lado mientras ella se estiraba- la verdad Gloria, es que me gusta mucho- mis mejillas tomaron un color rojizo.
- ¿Por qué no se lo dices?
- Porque... Porque... Nunca he tenido novio- susurró- tengo miedo de no gustarle.
- No tengas miedo, preciosa- le dije mientras me acercaba un poco a ella- He escuchado que Brad no deja de pensar en ti.

Believe in magic. (Adaptada) -Brad SimpsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora