¡Menudo susto! Las pequeñas plagas....

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Los niños correteaban por el jardín de la granja, María y Fernanda jugaban con Max con los aros de pompas de jabón, sus risas hacían sonreír a sus abuelas.

- Tienen que correr mucho, luego iré con ellos a la piscina. - dijo JP, besando la mano de Elena.

- No hables así Juan, deja jugar a los niños.

- Les dejaré, quiero cansarles, que se den una ducha, cenen y se vayan a dormir. - dijo sonriendo mientras miraba a Elena.

- ¡Cualquiera que te oiga hablar así pensará que no te gustan mis nietos! - dijo ella, apartando la mano de los labios de él.

- No es eso María Elena, dije que los voy a cansar para que la tarde sea solo mía, ya que ayer tuve que dejar a Fernanda contigo.

- Bueno, está bien. - le puso la mano en el muslo. - Vino a quedarse conmigo porque Heriberto había llevado a Victoria al hospital, estaba asustada, nunca había visto a su frágil madre así. En realidad, yo también estaba asustada, estaba pálida con los labios morados, y si la conozco eso no es buena señal.

- ¿Qué no es una buena señal, Elena? - dijo con voz de madera resquebrajada. - Vaya, esa mano tuya en su muslo me recuerda a un verano en Ibiza, noches cálidas y deliciosas que pasé allí. - Pepino salió de la casa mirando a los dos coqueteando.

- Pepino se porta bien o le vendo los ojos cuando Juan vaya a la piscina con los niños. - Juan mira a Elena y luego a Pepino, se levanta porque le incomodaba la forma en que hablaba, como si fuera un trofeo para ella.

- Voy a quedarme con los niños, disculpe. - Se fue sin mirar atrás.

- Creo que ahora alguien ha pisado un jackfruit podrido. - dijo irónicamente a su amigo.

- Yo y esta tonta costumbre de pensar que es un caso más. - Se levantó y fue tras Juan Pablo, que saltó a la piscina con los niños.

Se estaban divirtiendo, María Elena los observaba desde la carpa, intuía que JP se había sentido herido por lo que había dicho y pagaría por ello. Después de que Lena llegó del hospital, le contó a Elena como estaban Victoria y Heriberto, los dos estaban sentados hablando cuando llegó Juan Pablo y anunció.

- Buenas noches señoras, los niños ya están durmiendo, comieron en la terraza y luego se fueron a dormir, Lena, es bueno que hayas venido, estaré más tranquila cuando vuelva a la ciudad sabiendo que hay alguien más para cuidar a los niños.

- Cómo que vuelve, pensé que pasaríamos el fin de semana juntos, Alexandre dijo que vendría a vernos mañana por la tarde después de salir del hospital.

- Va a volver porque dije algo que no debía, amigo. Intenté disculparme, pero no me ha dirigido la palabra en toda la tarde. - Dije malhumorado, mirándome las manos.

- Un momento, Juan Pablo, ya no eres un niño ni una adolescente que le dice tonterías a su novio y luego lo deja así. Dejémonos de melindres, voy a comer algo y ustedes dos se arreglan. - se fue, dejándolos a los dos en el salón.

- ¿Quieres escuchar lo que tengo que decirte? - dijo Elena, levantándose del sofá.

- Te escucho, pero te advierto, me sentí como uno de los "gogoboys" que usabas, María Elena, eso no me gusta, no voy a ser un niño que vas a usar hasta que te hartes... - deja de hablar cuando ella lo besa con fuerza.

Los dos se están besando y María Elena lo empuja al sofá. Juan Pablo no reacciona, sólo la deja hacer lo que quiere.

- Has cansado a los niños y ahora te vas, pero no te vas de verdad, te quiero Juan Pablo, y no eres mi gogo lo que sea, eres mi novio, y nos vamos a casar, bueno no sobre el papel, o crees que te he traído a mi casa, a mi familia, sólo para que seas el hombre con el que me acuesto, estás muy equivocado. - está tan segura de sí misma que se levanta el vestido y se sienta en su regazo. - Siento haberte hablado así, no quería hacerte daño.

Una nueva oportunidad de amar - en español✅Where stories live. Discover now