En el hospital

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Heriberto deja la taza de café sobre la mesa y se levanta. Vuelven a estar frente a frente y durante una fracción de segundo sienten algo que no pueden explicar. Hasta que...

- Vas a besar a mi madre. ¿Doctor? - Fernanda los mira con una sonrisa inocente. - Mira, es mi mamá, y hace mucho tiempo que no la veía así, oh... -la niña señaló la cara de su madre, que estaba roja por la actitud de la pequeña-. - Ha vuelto a sonreír y a ser feliz, así que si va a estar así, dejaré que la beses. Buenas noches, mamá, buenas noches, doctor.

Fernanda no se daba cuenta de lo que había hecho, Victoria estaba avergonzada y desconsolada, la niña salió de la nada y comenzó a hablar sin dejarlas tener reacción alguna, hablaba con seguridad en sus palabras.

- Creo que ya es hora, tengo que prepararme para mi turno, gracias de nuevo por la cena. - dice avergonzado por la chica, se levanta y comienza a caminar hacia la puerta.

- Gracias por la caja de chocolate, el cohete y, por supuesto, Max. - ella estaba a su lado.

- Ah, sí, se me olvidaba. - se mete la mano en el bolsillo y saca algo, luego estira la mano hacia Vicky. - Te lo has dejado en la encimera de mi cocina.

- Mi alianza, muchas gracias.

Se separaron y luego Heriberto subió a su coche y se marchó de su casa. Max lo vio alejarse a través de la ventana de su habitación, con ganas de hablar más con él, más aún después de descubrir que ambos tenían la misma pasión por los cómics.

Fernanda, que había avergonzado un poco a los adultos con sus palabras, jugaba en el salón como si no hubiera pasado nada.

***

Victoria estaba en la cocina bebiendo té y recordando lo que había pasado aquel día. Al mismo tiempo, Heriberto estaba en su consulta leyendo los historiales de algunos de los pacientes que habían ingresado aquella tarde.

Acababa de empezar su noche de en el hospital, cuando alguien llamó a la puerta. Se levantó y fue a atenderla. Al abrir la puerta, sintió la sonrisa de ella alegrándole la velada y el delicioso aroma de algo que tenía entre las manos.

- He venido a darte las gracias por el bonito día que me has regalado, por la sonrisa que ha vuelto a dibujar en la cara de Max y, por supuesto, por la alegría de Fer con la "nave".

- Yo... no sé ni qué decir, me has alegrado el día, ahora has venido a alegrarme el turno. - se miraron con algo diferente, hasta que fueron interrumpidos de nuevo.

- Hummm, solo confirmar que son magdalenas de moras con ganache, mi madre me las compraba a una chica cerca de casa, pero cerró su tienda de postres. - estaba junto a los dos mirando la caja que Victoria sostenía en sus manos.

- Si se trata de la tiendecita cerca de la calle Elmos, sí, antes los hacía yo misma, y ahora sólo los hago por encargo o para pedidos especiales. En ese caso, entregas por la madrugada.

- No tienes ni idea de lo lejos que viajé para encontrarte, mi embarazo fue un desastre después de que dejaras de vender en la calle Elmos. Lloré mucho por ello. - Bernarda se quedó mirando la caja. - Me alegro de haberla olido, mi nuevo embarazo se lo agradecerá.

- Dra. Bernarda de Iturbide, ¿se va de baja maternal otra vez? - Heriberto la miró y sonrió.

- Bueno, dejo aquí las magdalenas y me tengo que ir. - le entrega la caja a Heriberto y se va.

- Deja al menos una para mí, vale Ber. - le entrega la caja a su amigo y corre detrás de Victoria.

Ella ya estaba en el pasillo dirigiéndose a la puerta cuando él la coge del brazo.

- Victoria, ¡espera!

- Victoria, ¡espera!

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Una nueva oportunidad de amar - en español✅Where stories live. Discover now