—¡Mamá...! — gime adolorido, una rápida secuencia de latigazos recorre su espalda — ¡Yo no quería! Te lo juro, n-no quería, ¡Jimin me estaba– ¡Ya, por favor! ¡Basta!

—¿Crees que es fácil para mí? — pregunta su madre, caminando hasta quedar frente a su hijo y su rostro lleno de tierra y sangre le duele — ¿Crees que puedo creer lo que tienes con el hijo del señor D'Luca? ¿Creer que él te estaba obligando?

—Mamá, por favor...

—Vamos, miénteme en la cara que lo has estado persiguiendo desde que se conocieron. ¡¿Sabes cuán avergonzado estaba tu padre cuando Romeo D'Luca le contó las veces que ibas a su casa para hostigar al joven D'Luca?! — Jungkook gritó más cuando el látigo impactó en su cara, no quería que le quede ninguna cicatriz, pero a ese punto ya era inevitable.

—¡No es así! — respondió el pelinegro, sintiendo el ardor de la piel abierta en sus mejillas. Por suerte, gran parte del impacto fue hasta el poste de madera, pero no evitó por completo que alcance su rostro — Mamá, créeme, por favor...

—¿Por qué, hijo mío? — ella preguntó con un falso tono de voz dulce y arrepentido, la decepción era palpable en cada palabra — ¿En qué fallamos?

Un latigazo azotó su cuerpo una vez más.

—¡Má, detente! Te lo suplico...

—¡¿En qué fallamos, Jungkook Rossi?! — uno más, duele — ¡Ni siquiera tu apellido mereces!

No, no se detuvo. Su piel es la evidencia viva de ello.

Pensó en Taehyung y en si estaba a salvo, no ha escuchado que a él también lo capturaron, puede ser una buena señal, ¿verdad?

Aunque, recuerda que Jimin tampoco recibió ninguna penitencia por su pecado.

Recuerda con dolor cómo su alma se quebró cuando Jimin negó todo lo relacionado a él, aún si Romeo D'Luca fue quien los vio con indiferencia al encontrarlo siendo sometido por aquel. La luz era escasa, la habitación del rubio siempre era muy oscura, una de las mayores razones por las cuales no era muy partidario de estar allí y que sus encuentros fueran en cualquier lado, menos en la casa de la extraña y vil familia D'Luca.

Sus gritos se escucharon por todos los pasillos, sus lágrimas dejaron un camino guía para que las sirvientas de la casa fueran a socorrerlo, pero nadie allí parecía muy aturdido por la atrocidad que Jimin estaba a punto de cometer.

En cambio, fue a él quien creyeron que le estaban haciendo daño.

No solo su ropa había sido despojada de su cuerpo con violencia, fue como si toda su piel haya sido arrancada con manos viles que indagaban por su perdición.

Todo pasó tan rápido, la indignación, la humillación, la decepción y la credibilidad de sus palabras que gritaba al viento esperando que hasta Dios le oyese, pero no lo hizo. Fue encerrado, castigado, sin ningún atisbo de esperanza u oportunidad de arrepentimiento.

Después de todo, ya estaba lo suficientemente jodido para que su alma arda en el infierno.

Por un instante, lo creyó. Por unos días, lo asumió. Por unos meses, realmente aceptó que la inmundicia allanó y ultrajó su cuerpo.

Pero fue el mismo amor doloroso que le tenía a Jimin quien lo salvó, aquel altanero que el rubio se encargó de alimentar de egoísmo.

¿De qué servía, entonces, los estragos de un látigo en su piel si no se arrepentía? ¿Si las miradas de sus padres se volvieron insignificantes ante el retumbar de su corazón? ¿Si, verdaderamente, no tenía salvación?

Bella Mujer. | kth | jjk |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora