Chapter 54

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Valentine

No diré que me lo esperaba, pero de cierta forma era así.

Vamos, ¿Que noble aceptaría a alguien desconocido como principe heredero?  Y mejor dicho, que imperio lo haría. 

Poner a un farsante sería la primera opción.

-¿Es el hijo de la princesa Julia?- pregunto.

El pasado de Julia serviría en estos instantes para un impostor.

-No-lo veo negar con su cabeza-dice ser el hijo del difunto Emperador Flolix.

¿De Flolix? ¿Es una broma? No creo que el anciano haya querido tener otro hijo si todo este tiempo estuvo amando a otra persona.

-Cuando la princesa Julia era adolescente, había un rumor sobre la Duquesa de Florian, estaba embarazada y el padre era un desconocido. La fecha en que quedó embarazada fue el día del baile Imperial de las rosas, el Emperador y ella...se conocieron esa noche.

Y la historia de amor oculta me es explicada, el Comandante me cuenta sobre lo unidos que se veían ellos, y también de las citas escondidas que usualmente tenían, parecían unos jóvenes enamorados, cuando la Duquesa quedó embarazada el Emperador no se apartaba del ducado. Decían que ambos planeaban casarse, lamentablemente, ella murió en el parto, junto al niño en su vientre.

-Es una tragedia...-susurro.

-Su alteza, esta historia solo la sabemos el mayordomo y yo, le pido...

-Lo sé, mi silencio.

Suspiro.

El supuesto hijo de Flolix es un dolor en el culo.

Si él se presenta y resulta ser el niño muerto de la Duquesa, tendría el poder para intentar tomar la corona. Además, el ducado se haría más fuerte, y Julia ya no tendría la protección de antes...

¿Mm? ¿Por qué eso debería preocuparme?

Que hagan lo que quieran, yo solo vine por información, Flolix debe volver en un mes y arreglar su estúpido error.

Me cruzo de brazos.

Aunque ahora tengo que actuar como un príncipe heredero preocupado de su posición.

-Su alteza, tenga cuidado, no se puede vivir en paz en este palacio.

-Comandante, ¿Por qué me ayudas?

¿Por qué venir y contarme información privilegiada antes de conocer al supuesto hijo de Flolix? Por dónde lo mire lo encuentro sospechoso.

-Su alteza me recuerda a un viejo amigo.

¿Mi Maestro?

-Y al padre... del pequeño Adam-la sonrisa triste del Comandante es reflejada en mis ojos-ellos iban a ser buenos padres...

Trago mis palabras sarcásticas y le pido amablemente que se largue de mi habitación.

Iba a darme algo si seguía viendolo en ese estado, hablando de mi muerte y susurrando incoherencias.

Tomo una bocanada de aire para luego expulsarla.

Siento que libere todo lo que contenía en mi garganta.

-Debería ir por eso mientras.

La reunión de los nobles aún no comienza, y mi tiempo en este lugar no será mucho, escuché por Asmodeo que había una entrada y una salida, la entrada comienza en esta habitación y la salida en la oficina.

Por el momento solo puedo revisar su habitación e intentar salir por la entrada. Y ya cuando no quede ningún visitante en la oficina, buscaré algún documento que me sirva.

Aunque...está habitación debe contener  el cofre del tesoro.

Camino hacia el estante de libros.

-Usualmente el cliché del estante y su entrada secreta siempre perdura en las novelas...¿Será que en este mundo utilicen lo mismo?

Muevo un libro.

Sería una estupidez que la puerta se abra de la nada.

Click.

¿Eh?

¡Oye! ¡No!

La puerta me traga hacia adentro y mi cuerpo cae fuertemente en el duro y sucio suelo. Me revuelco sobándome el brazo.

-Duele...-susurro al sentarme.

Mi vista tarda en acostumbrarse por los altos rayos de sol que llegan a mis ojos, suspiro al ver el gigante santuario en frente mío.

-No es que no crea en Dios pero...

No he pisado un santuario en años.

Obligo mi cuerpo a moverse hacia el lugar sagrado, mientras camino me doy cuenta que mi cabello es más largo de lo normal.

-Esto...

Me dan ganas de cortarlo.

-Na, lo dejaré cuando esté en depresión.

Al pisar la entrada, un niño pequeño aparece frente a mí, sus cabellos blancos, y ojos azules marinos me miran con cautela, el lunar a un lado de sus comisuras es visible incluso en su pequeño rostro.

-¿Quien eres intruso?

Parpadeo alejándome un poco del mocoso.

-¿Que pasa con ese tono fastidioso?

Hay algo que no me gusta.

Y son los niños.

-Acercate un poco más al santuario de Moorreit y te sacaré los ojos.

Oh...

Que divertido.

Doy unos pasos más cerca de la cucaracha sobándole la cabeza.

-Me encantaría arrancar la pequeña cabeza de sanguijuela que tienes, maldita cria.

-¡¿Cómo osas...?!

-¿Que?¿Cómo oso que? No me hables irrespetuosamente.

El niño aprieta sus labios con fuerza. Sus ojos azules se oscurecen cada vez más al mirarme.

-Hazte a un lado-lo muevo.

Lo veo sorprenderse, pero no es que me importe, sigo caminando hacia la entrada de ese santuario mientras el mocoso me persigue.

-¿N...no...no me conoces?-tartamuedea.

-¿Debería?-contesto toscamente.

El se calla al instante siguiendo mis pasos.

-Soy un ser supremo creado por...

-¿Hay libros importantes aquí?-le corto su charla innecesaria.

Al entrar lo único que puedo observar son los cientos de libros en los estantes. Muchos de distintos colores y de energías fuertes o débiles.

-¿Cómo pudiste entrar? Solo los que comparten la sangre imperial pueden y...

-Oye, ¿Que es eso?

El niño se queda quieto al ver una piedra celestial en el fondo de la biblioteca.

-¿Cómo...como se abrió?-el corre hacia la piedra para cerrar la vitrina que la contiene encerrada.

Mi cabeza ladea hacia la derecha mirando la piedra con curiosidad. Es igual a la que tengo en mi alma.

Es extraño.

De pronto la vitrina explota y la piedra vuela hacia mí rápidamente.

Retrocedo, pero mi cuerpo se paraliza al escuchar una palabra.

-Hermano.

El plan de escape del hermano menorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora