Chapter 32

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Escucho la risa que antes sonaba fingida pero la que ahora me parece tan natural.

-No soy comestible-suelta y yo sonrío.

Asmodeo comienza a caminar, imagino que hacia la salida, siento que da unos pasos por los escalones de esas escaleras infernales.

Debo sentirme agradecido.

-¿No quieres bajarte? Creí que no te gusta estar en brazos.

¿Estás de broma? No sabes lo que me costó bajar...

Claro que eso no se lo diré, o me bajará de inmediato para molestarme.

Le miro, los ojos rubíes no apartan su mirada.

-Me siento débil.

-Por supuesto...-dice sin creerme.

-¡Te lo juro! Todo mi cuerpo duele.

-Flojo.

Desvío mi mirada.

-¡Valentine!-grita Rass desde atrás.

Veo a Hayun acercándose con cierta precaución hacia el Demonio y a un Rass enojado a su lado.

-Bajalo.

-No no-respondo de inmediato a la amenaza de Rass-estoy cómodo.

Asmodeo levanta una ceja con burla.

-¿No lo escuchaste? Está cómodo.

El rostro de Rass se torna rojo al aguantar su enojo hacia el Demonio.

-Hablemos arriba-dice Hayun-ya que mi lugar sagrado está roto.

Golpeo la frente de Asmodeo.

-Eres un idiota.

-¿Y ahora por que me insultas?

-Tu vas a reparar este lugar-advierto.

Aunque se que no lo hará.

Asmodeo observa detrás suyo por un momento hasta que un poder azul navega por los aires.

-Tienes un poder bello para ser Demonio.

Puedo decir que el color azul marino es hermoso.

Los ojos rubíes se detienen en mi un momento, hasta quitarlos con una mirada triste.

-No usaba este poder hace mucho tiempo.

Las paredes se unen y todo tipo de escombro desaparece. El Demonio pasa de largo conmigo en brazos y subiendo en silencio.

Algo le pasa.

Nunca está tan callado.

-¿Estás bien?

El ladea su cabeza.

-¿Por qué lo preguntas?

-Eres un parlanchín, ¿Cómo puedes estar tan callado?

Escucho su fría risa.

-¿Debería bajarte y hacer que subas los escalones solo? Puedo apostar a que no aguantas.

Miro lo que falta y hacia abajo lo que ha subido el.

Estamos justo en la mitad.

¿Y que hay de Rass y Hayun? ¿No nos siguieron?

-Bajame.

El me baja con una sonrisa maquiavélica.

Odio esta parte burlona de el.

Subo los escalones sin mucho esfuerzo, hasta que por el quinto ya me empiezan a doler las piernas, no quiero mirar hacía atrás porque se que expresión me espera.

El plan de escape del hermano menorWhere stories live. Discover now