XXI

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Después de que Nico me ayudó en todo mí celo (que gracias a él solamente duro una noche), ambos nos quedamos abrazados en la cama con ropa cómoda, en silencio mientras que nuestros ojos y caricias transmitían absolutamente todo lo que queríamos decir.

¿Necesitaba hablar? Claro que sí, debíamos aclarar el estado de muestra relación, sobretodo porque mí pobre corazón ya no aguanta otro dolor más. Me estaba ilusionando, pero no quería pensar en eso, me sentía en una nube, y a menos que Nico diga directamente que me odia, nada me va a bajar de ella.

Sin darme cuenta me dormí entre sus brazos mientras sonreía, la sensación de calma que estar con Nico me genera es indescriptible, es algo tan fuerte y tan suave al mismo tiempo.
Al despertar me di cuenta que ya era más o menos el mediodía, porque estaba todo claro, ah y además porque Nico no estaba a mí lado, algo que me dejó con una sensación de angustia horrible.

Si bien ser un alfa te hace ser un poco menos susceptible a los sentimientos... Yo no soy así, y mucho menos con la persona que me gusta... Y mucho menos post celo.
Por eso al no sentirlo ni verlo a mí lado mí alfa comenzó a lloriquear, haciendo que yo también llore y me retuerza un poco en la cama abrazando una almohada con su aroma.

–Niky...– Llame en un susurro casi suplicando, al omega que justo en ese momento cruzaba el umbral de la puerta con una bandeja con comida en sus brazos.

–¿Lis? ¿Que pasa chiquito?– Se acercó rápido y dejo la bandeja a un lado para venir a abrazarme y esparcir su aroma por toda la habitación para hacer que mí alfa se calme.

–Pensé que te habías ido...– Murmuré contra su pecho con la voz entrecortada por el llanto.

–Ay no, no no no no no no.– Me abrazó más fuerte y dejo varios besos en mí cabeza. –Nunca te dejaría, por nada del mundo, lo prometo.– Me miro a los ojos y sonrió suave.

Y ahí, en ese momento me di cuenta que era verdad, que no me abandonaría, o por lo menos no sería adrede. Él se preocupaba por mí.

Proyecto bebé Where stories live. Discover now