IV

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-¿Y si te ayudo?- Pregunté mirando a un punto fijo en la habitación con miedo de la respuesta.

A esta altura habían dos posibles respuestas, una positiva o una cachetada y una cascada de palabras y adjetivos hacía mí que no serían precisamente que soy bonito.

-¿Lo harías?- Sus ojitos se iluminaron y podía jurar que mí corazón junto con ellos.

-Por vos lo que fuera- Quise decir, pero se tuvo que quedar envuelto en mis pensamientos, no podía ser tan invasivo con él, él solamente quería un hijo, no me quería a mí y debía entender eso, mí lobo debía entender eso. -Obvio, o sea, sé que un bebé es una re responsabilidad, pero creo que de tu mano va a ser mucho más fácil.– Hablé con nerviosismo escondido en confianza.

Pero todo nerviosismo se cambió por una sonrisa de indescriptible felicidad cuando el omega de mis sueños envolvió mí cintura con fuerza liberando su delicioso aroma a café dulce. En ese momento supe que todo estaba bien, que él era la persona de mis sueños y que daría lo que fuera para estar con él aunque sea un minuto.

–Gracias Lisi.– Sonrió mientras se apartaba del abrazo y se acercaba para dar un suave beso en mí mejilla haciendo que el calor suba a mi cara rápidamente.

–Tss, no es nada, hace rato que estoy pensando en esto de pendejos.– Hablé sin pensar y eso hizo que Nico me mirara entre molesto y confuso. –¡Perdón! un hijo… ¡Ay no! no es que solamente quiera un varón, también me encantaría tener una nena, obvio si ella se siente así, no es que quiera imponerle lo que... Ay por favor.– Me tape la cara con aún más nerviosismo por haberla cagado tanto tratando de arreglar la (valga la redundancia) cagada que me mande.

Nico simplemente se rió y me abrazó mientras quitaba las manos de mí rostro con esa suavidad que realmente no es característica de él.

–Gracias Li, sos un gran amigo, te quiero mucho.–

Proyecto bebé Where stories live. Discover now